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28 jul 2011

¿Y si al final de todo me hiciera homeópata?



Después de varias entradas hablando de homeopatía y expresando todos los argumentos que he podido aglutinar e incluso después de ir a la TV3 a hablar acerca de las terapias alternativas sigue escribiéndome gente, tanto por las redes sociales como por correo para explicarme que a ellos les funciona y que estoy equivocado (a veces estoy incluso muy equivocado).

Es decir, después de explicar todo lo explicado y demostrar que no hay lógica por donde coger a la homeopatía, sigue habiendo gente que cierra los ojos a las evidencias mostradas, algunas científicas y otras que nos hacen recordar la química del instituto, y confirma que, sea como sea, funciona.

Pues bien, como en Catalunya la sanidad está a punto de desmoronarse (después vendrá el resto de España, pero aquí parece ser que hemos querido ser pioneros), pues ya hay hospitales cerrados y EREs en camino en los que aún permanecen abiertos, y dado que parece que el futuro es la privatización de la sanidad y ninguno tenemos el puesto asegurado, he pensado que podría abrir mi propia consulta de algo que domino un poco: ¿y si al final de todo me hiciera homeópata?

En el programa de TV3 al que acudí hace una semana pude escuchar a una homeópata decir que hay cerca de 6.000 homeópatas titulados y trabajando a la luz y otros 6.000 titulados (o no, porque total, da lo mismo), trabajando “en negro” (yo diría que se refería a España).

Algunos de ellos serán personal sanitario y otros no, pero a día de hoy, como la homeopatía no está regulada, puede ejercer quien quiera. Tú te montas una consulta en tu casa (que parezca una consulta, porque si parece tu casa igual queda feo), pones abajo en el portal una placa con tu nombre y “Homeópata” y ya está. A esperar que vayan viniendo.

Yo soy enfermero y podría poner “Enfermero homeópata”, que me distinguiría como alguien que tiene más estudios que muchos de los homeópatas con consulta, sin embargo, como la gente cree que los homeópatas son médicos (no todo el mundo lo piensa, pero muchos sí), casi me iría mejor no poniendo nada.

Mis tarifas

Soy una persona sensata y de igual modo que no me gusta que me estafen no me gusta estafar a los demás. He pensado que podría tener unas tarifas un poco más bajas que el resto de homeópatas, aunque no mucho más, porque podrían pensar que sé poco.



Pensándolo mejor, creo que cobraré un poco más que los demás y así la gente pensará que sé mucho. Lo que haré es, de vez en cuando, regalar alguna visita: “María, hoy no le cobro, que estoy muy contento por cómo le está funcionando la medicación a su hijo y para mí eso es lo primero… venga cuando quiera”. Así me aseguro que volverán y me aseguro también los turrones en Navidad (ya sabéis, la gente para Navidad suele regalar cositas a las personas que les hacen sentir bien).

Medicando, que es gerundio

Todos saldrán con algo: gránulos, glóbulos, pomada… lo que haga falta, pero que sea homeopático, claro. A la gente le encanta sentirse bien tratada y les gusta sentir que te preocupas por ellos y por sus hijos, así que tiene que parecer que me interesa la salud de las personas. Les diré, de vez en cuando: “para esto prefiero de momento no darte nada… vamos a esperar a ver si se le soluciona porque creo que con un poco de suero para los moquitos y un poco más de agua lo arreglaremos” y si la cosa no va bien, pues medicamentos al canto: “mira, creo que está yendo a peor. Casi mejor le damos esta disolución y… no, espera, vamos a por todas, venga, disolución 30 CH… no suelo utilizarla en niños porque me gusta ser más precavido, pero esto no le hará ningún daño y seguro que logramos que su cuerpo responda”.

Pero por si acaso, que vayan al médico

La medicina que todos conocemos y la homeopatía son incompatibles. Repito: son incompatibles.

Muchos homeópatas, para abarcar más radio de acción, se están sumando al carro de “las terapias complementarias”, para decirle a la gente que no tiene por qué elegir entre una y otra cuando puede utilizar las dos.



Sin embargo es un sinsentido, porque la homeopatía trata las enfermedades con las sustancias que provocan los síntomas que uno padece y la medicina convencional lo hace, normalmente, utilizando un contrario.

Si un niño tiene fiebre lo lógico es darle un medicamento que baje la fiebre. La homeopatía, en cambio, ofrece como solución una sustancia que aumenta la temperatura corporal, pero diluida hasta el infinito (y más allá).

No tiene sentido que alguien le de a un niño paracetamol para bajar la fiebre y que acto seguido le dé Belladona, que la provoca. Por eso no entiendo que haya médicos homeópatas o pediatras homeópatas, a menos que estén haciendo la misma reflexión que yo: estás un rato con la gente, les atiendes, les escuchas como nadie lo hace (casi nadie quiere escuchar los problemas de los demás, sino contar los propios), les haces sentir importantes y luego te sacas una pasta por darles caramelitos de azúcar y agua.

Entonces, como yo estoy en el grupo de profesionales que creen que lo que cura de verdad es la medicina convencional y como no me perdonaría que a alguien le sucediera algo por venir a mi consulta, haré lo que hacen algunos homeópatas (traidores de Hahnemann y sus postulados, traidores de la homeopatía), que es permitir que ambas medicinas coexistan.

Si me llama una madre y veo que el niño está chungo, le diré que vaya al pediatra, pero que luego venga a verme para darle algo que le suba las defensas y algo para paliar los efectos secundarios del jarabe que le ha dado el pediatra. Esa visita la cobraré baratita… que no se sienta estafada, que me vea como ese ángel salvador que piensa en los niños y en su bienestar y no en llenarse la cartera.

Y si me vienen a la consulta y veo lo mismo, que la cosa está difícil y que la salud del niño corre riesgo (otitis, laringitis, bronquitis,…), haré lo mismo: “mira, esto puede curarse con homeopatía, pero tardará mucho y el niño lo va a pasar mal… ya sabes que la homeopatía a veces es muy lenta. Te recomiendo que lo lleves al pediatra y te voy a dar algo para complementar ese tratamiento y algo para evitar los efectos secundarios”.

¿Cómo lo veis?

Como veis está todo ya bastante pensado… voy dándole vueltas a ver cómo podría ser la consulta y de qué color tiene que ser la bata, que es importante. De momento ya tengo cinco títulos de Boiron, que es más de lo que tienen muchos homeópatas que ejercen (y eso que me los saqué todos en una mañana). Tres de ellos los habéis podido ver a lo largo de esta entrada.

¿Qué os parece? ¿Me hago homeópata? Total, ya me sé todos los argumentos a favor y en contra, así que estoy preparado para todo, hasta para los escépticos que no creen en la homeopatía y a los que les interesa dejarla mal porque detrás hay unos intereses económicos de las grandes farmacéuticas bestiales… ¿no dicen que el mejor policía es aquel que fue ladrón?

Publicado originalmente en Bebés y más.

17 jul 2011

Debatiendo en "Banda Ampla" acerca de las Terapias Naturales

Hace poco más de una semana tuve la oportunidad de ir al programa de debate Banda Ampla de TV3. Es un programa de debate pensado para el ciudadano en el que tanto pueden hablar profesionales y personas expertas en una materia como los mismos ciudadanos.

Ese día se hablaba de las terapias naturales y de su posible regulación o no. Yo fui en calidad de invitado para hablar un poco de dichas terapias, de la sanidad actual y entre otras cosas para tratar de decir cosas acerca de la homeopatía.

Si lo queréis ver: Banda Ampla - Teràpies Alternatives

PD: Aviso que está en catalán.

14 jul 2011

Homeopatía para bebés, ¿estamos seguros?



Después de tres días de hablar de todo lo relacionado con la homeopatía para bebés y, de hecho, con la homeopatía en general, hoy quiero dar una vuelta más a la tuerca con un vídeo para mostrar que las diluciones homeopáticas acaban siendo agua y nada más que agua.

Seguro que más de uno habéis oído hablar de esos “taraos” que un día decidieron realizar un suicidio homeopático, tomándose no sé cuántas bolitas y preparados sin notar efecto alguno. Pues bien, yo he querido jugar con lo mismo pero no con un preparado homeopático comprado, sino con uno que hice yo mismo.

Como escribí esta entrada para Bebés y más y el objetivo es siempre hablar de bebés hasta los seis años o de las madres y padres, pensé en darle el preparado a uno de mis hijos, pero enseguida me arrepentí. Sólo le iba a dar agua del grifo, que es lo queda cuando diluyes algo hasta la saciedad, pero no me pareció ético preparar un “veneno” homeopático y mostrar al mundo entero cómo se lo bebe uno de mis hijos, que no tiene ni idea de qué va el tema. Así que para evitar tener que dar explicaciones a nadie decidí que me lo bebería yo mismo.

En el vídeo está todo más o menos explicado, pero hago un resumen:

Compré un veneno para cucarachas, hormigas y otros insectos y lo fui diluyendo hasta llegar a la concentración 20 CH, que me bebí. Luego seguí hasta 30 CH, que según los homeópatas hace más efecto en el cuerpo, y me la bebí también. No me pasó nada, lógicamente, porque un preparado a partir de 12 CH es sólo agua. Agua y nada más.

Dirán los que defienden la homeopatía que si lo que me tomé provoca inconsciencia, dolor abdominal, problemas respiratorios, diarreas y vómitos tomándolo sin diluir, diluido hasta 30 CH debería ser algo así como un tratamiento para síntomas como el dolor abdominal, problemas respiratorios, diarreas y vómitos. Pero, ¿cómo me va a tratar algo que es sólo agua? ¿Cómo es posible que algo que no hace ningún efecto cure? Pues de ningún modo, porque el agua no cura.

Si creyéramos que lo que preparé es un remedio homeopático realmente para todo lo comentado deberíamos creer cosas tan absurdas como que a una persona con ardor de estómago le tenemos que dar algo que produzca aún más ardor, pero diluido, que a un niño con una bronquitis de caballo con una saturación de oxígeno baja, en vez de darle a respirar oxígeno, le tenemos que dar a respirar un poquito de dióxido de carbono (o alguna sustancia que provoque problemas respiratorios diluida), que hay que tomar café diluido para dormir (bueno, esto es cierto, existe la coffea como remedio homeopático) o que si nuestro hijo es alérgico a algo y por alguna razón entra en contacto con el alérgeno y hace una reacción bestial, en la que su cuerpo está liberando histamina a mansalva, hay que darle histamina (aunque ahora que lo pienso esto también es cierto, existe la histamina como remedio homeopático para los alérgicos).

No quiero imaginar la cara que se les pondría a los del servicio de Urgencias de un hospital si ante una reacción de ese tipo voy y saco el kit de rescate para alérgicos. Ellos preparando antihistamínicos, corticoides o adrenalina, si es una reacción severa, y yo sacando mi tubito de Histaminum 30 CH:



La homeopatía es mentira. Ya dije el primer día que el primer apenado era yo, porque una medicina sin efectos secundarios era una maravilla. El problema es que tampoco tiene efectos primarios más allá del placebo, como vimos en las anteriores entradas, donde cientos de estudios bien hechos no han sido capaces de demostrar ningún efecto.

Foto: Boiron

12 jul 2011

Homeopatía: por qué no funciona incluso cuando “a mi me funciona” (II)



Tras una entrada en la que explicamos los principios de la homeopatía para saber qué es y qué no es ayer iniciamos el tema de la homeopatía y el efecto placebo, que es lo mismo que decir que no hace nada, mostrando los estudios científicos relacionados.

Hoy, siguiendo con este tema, vamos a hablar un poco más del efecto placebo y de bebés y niños, porque aunque parezca mentira, ellos también “sufren” el efecto placebo. Por eso debemos decir que la homeopatía no funciona incluso cuando la gente explica que “a mi hijo le funciona”.

La homeopatía podría funcionar más allá del placebo

Algunos estudios sugieren que la homeopatía funciona más allá del placebo y en algunos casos es cierto que se produce esta diferencia. La explicación no es otra que la atención recibida por parte del homeópata.

Dice la teoría que un buen homeópata debe conocer a la persona, sus costumbres, sus necesidades, su manera de ver la vida, de vivir la salud y vivir la enfermedad, etc. Vamos, que antes de dar un remedio tiene que conocer a la persona en diversos ámbitos de la vida, cosa que equivale a hablar poco y escuchar mucho.

Acostumbrados como estamos a que los médicos nos escuchen 30 segundos, nos diagnostiquen en dos minutos y nos receten algo en los 3 minutos que quedan de consulta, ir a la consulta de un homeópata debe ser una gozada. Te pregunta cosas de tu vida, te escucha, te habla tranquilamente, te transmite paz y buenas vibraciones y encima, al final, te da algo que prepara especialmente para ti.

Es normal entonces que dicho remedio actúe mejor que un placebo entregado en mano sin atención ni escucha activa de los padecimientos y problemas de cada persona.

Pero los niños también mejoran

Muchas madres explican que sus hijos han mejorado desde que están tomando homeopatía. Puede ser, no digo que no, pero esa mejoría no puede deberse a la homeopatía (porque no hace nada, repito), como puede verse en esta revisión sistemática de estudios relacionados en la que se analizaron 91 estudios con homeopatía en niños de 0 a 19 años, cuya conclusión dice que “La evidencia de los estudios clínicos rigurosos relacionados con el tratamiento o la prevención de enfermedades en la infancia y la adolescencia con homeopatía no es lo suficientemente convincente como para recomendarla en ningún supuesto”.

El efecto placebo existe también en los niños
, aunque parezca mentira. Sabiendo que el efecto placebo se basa en la autosugestión de una persona, que cree que con algo que está tomando se va a curar, los niños parecen ser capaces también de sugestionarse pensando que se van a curar.

Creo que todos como padres hemos curado heridas y dolores con agua, soplando o incluso cantando una canción o recitando un “cura, sana, cura, sana, si no te curas hoy te curarás mañana”. No les hacemos nada, es absurdo, pero los niños “se curan”.

Con esto quiero decir que sí, son sugestionables como los adultos y no sólo eso, sino que ellos lo son más que los adultos (a mí el “cura, sana” no me cura nada). Por eso a veces les decimos “bebe un poco de agua y te encontrarás mejor” y se lo creen o “tómate este jarabe que te encontrarás mejor”, siendo quizás cierto si es jarabe de verdad y encontrándose mejor igualmente si es homeopatía.

Este efecto es tan conocido en los niños que hasta se han inventado unas pastillas falsas para niños, cuyo nombre es Obecalp (Placebo al revés), que no son más que caramelitos de fresa, muy útiles cuando dicen que están malitos o les duele algo y les queremos curar con nada.

Por otra parte las enfermedades agudas, tarde o temprano, sufren lo que se conoce como regresión a la media, que es lo que sucede cuando algo está en un lugar casi extremo. Estadísticamente, cuando algo va muy mal, muy mal, lo más probable es que poco a poco vaya a mejor, porque a peor es difícil que vaya. De igual modo, cuando algo va muy bien, muy bien, lo más lógico es que en algún momento la cosa vaya a peor, porque a mejor es difícil que vaya.

Por eso se suele decir que “después de la tormenta llega la calma” o que “no llueve eternamente”. Cuando un niño o un adulto está enfermo y se encuentra mal (hablo de enfermedades leves) lo más lógico es que vaya a mejor, ya tome homeopatía, ya tome medicina convencional. Esto sucede casi siempre porque la mayoría de enfermedades de los niños son más o menos banales… vamos, que con poca cosa o con nada, se curan (como la gripe o los resfriados, que si tomas homeopatía se curan en una semana y si no tomas nada se curan en 7 días).

Concluyendo

No hay estudio científico serio que demuestre que la homeopatía funciona y la lógica dice que lo más absurdo del asunto es que se lleguen a hacer estudios al respecto. Si la homeopatía no es más que un soluto diluido hasta la saciedad, quedando sólo agua, ¿qué sentido tiene hacer estudios sabiendo que los resultados serán negativos?

La homeopatía no hace ningún bien más allá del placebo y si se toma como medicamento alternativo, sumado al de verdad, pues tampoco hace ningún mal. Ahora bien, si unos padres deciden tratar a su hijo sólo con homeopatía el riesgo es mayor. Será un riesgo bajo si se trata de dolencias leves, pero muy alto si las enfermedades son más graves o si son crónicas.

Por favor, si te importa la salud de tus hijos, nunca les des homeopatía. Si además te importa tu bolsillo, no compres homeopatía, que es más cara que la medicina convencional y también responde a los intereses económicos de unos laboratorios que, además de ganar mucho dinero, venden algo que no hace nada (hasta yo podría empezar a producir medicamentos homeopáticos: son seguros, no tienen efectos secundarios – bueno, ni primarios -, el gasto de producción es mínimo y los beneficios increíbles).

Foto: Fotomontaje realizado con fotos de Torsten Mangner y distillated en Flickr

11 jul 2011

Homeopatía: por qué no funciona incluso cuando “a mi me funciona” (I)



Tras explicar en una entrada nada breve (lo siento, las cosas importantes requieren algo de extensión) cómo funciona la homeopatía y en qué se basa, tras ver cómo se crean los remedios homeopáticos y por qué es imposible que funcionen (los remedios homeopáticos más “potentes” son agua, como la del grifo o la embotellada) hoy vamos a explicar cómo puede ser que a pesar de saber esto la gente diga que “a mí me funciona” porque a mi hijo se le curaron las otitis, o los resfriados, o dejó de tener bronquitis o vete tú a saber qué.

A continuación lo explico todo, pero para el que no tenga muchas ganas de leer: funciona porque la homeopatía trabaja como un placebo.

Qué es un placebo

El efecto placebo es el fenómeno que sucede cuando un paciente recibe una sustancia inocua (sustancia sin efectos relacionados con el tratamiento de síntomas o enfermedades) como tratamiento, mejorando sus síntomas.

Esto sucede porque las personas somos capaces de autosugestionarnos, llegando a mejorar por el simple hecho de estar tomando algo que creemos que va a curarnos (evidentemente hay enfermedades con las que no funciona… si no se curaría todo con placebos).

Nadie duda de la existencia del efecto placebo y se sabe que si se compararan a cien personas enfermas a las que no se les da ningún tratamiento con cien personas con la misma enfermedad a las que se les da un placebo, las del segundo grupo mejoran con respecto a las del primero.

Como nadie duda de la existencia del efecto placebo, cuando alguien quiere saber si un medicamento real o una sustancia tiene algún efecto no puede hacer un estudio entre personas que toman el medicamento y personas que no lo toman, porque siempre logrará buenos resultados, sino que tiene que hacer un estudio comparando personas que toman la sustancia a estudiar y personas que toman un placebo, para ver si el efecto positivo de la medicación tiene efecto más allá del efecto placebo.

En caso de que un medicamento no funcione significativamente mejor que el placebo se considera ineficaz e inadecuado para tratar la enfermedad y entonces no puede salir al mercado.

¿Qué dicen los estudios científicos de la homeopatía?

Estudios sobre homeopatía hay muchos, muchísimos, básicamente porque la gracia de una nueva manera de hacer medicina es que haya evidencia científica que diga que funciona. Si no, cualquiera se puede poner a inventar medicinas (yo podría inventar la “armandoterapia”) y decir que con eso curas cualquier cosa.

El problema de los estudios es que los hay bien hechos y los hay mal hechos (sin tener en cuenta variables que pueden influir en el resultado), como sucedió con el conocidísimo estudio de Benveniste, publicado en la revista Nature en 1988 en el que se observó que el agua tenía memoria y que a pesar de estar extremadamente diluida afectaba a ciertas células con las que entraba en contacto.

La prestigiosa revista Nature lo publicó diciendo en un rinconcito que tenía sus reservas y que trataría de dilucidar si los datos se podían volver a producir. Dos meses después, cuidando todas las variables posibles, los resultados demostraron que la memoria del agua no existía. Lo que sucedió en el primer estudio fue que los investigadores sabían qué muestras habían sido tratadas con agua normal y cuáles con el agua que debería tener memoria. No es que hubiera mala intención (digo yo…), sino que estaban condicionados por la ilusión o las ganas de obtener resultados favorables y las muestras celulares que habían estado en contacto con el agua “milagrosa” se comportaban, a ojos de los investigadores, de otra manera.

Para conocer el resto de estudios y poder valorarlos sin miedo a que haya errores en la planificación o ejecución de los mismos es buena idea buscar las revisiones realizadas por la Cochrane Collaboration, que analiza los estudios sobre un tema sin tener en cuenta aquellos que no están bien realizados.

Veamos qué dicen dichas revisiones acerca de la homeopatía:



O sea, que no hay evidencia ninguna

Exacto, no hay ninguna evidencia de que funcione y ni siquiera es porque no haya sido estudiado, sino que nadie hasta la fecha ha podido demostrar que la homeopatía funciona mejor que un placebo. Algo totalmente lógico, si tenemos en cuenta que en resumidas cuentas es agua y punto (como mucho agua con azúcar, si la añaden).

Continuará

Mañana seguimos con esta entrada y nos centramos más en el efecto de la homeopatía en niños. O mejor dicho, en el efecto placebo en los niños, porque la homeopatía, efecto, ninguno.

Más información: Qué es la homeopatía (pruebas científicas)
Foto: Fotomontaje realizado con fotos de Upsilon Andromedae y distillated en Flickr

9 jul 2011

Por qué la homeopatía no funciona con bebés, con niños ni con adultos



Llevo varios días hablando de homeopatía en Bebés y más y como creo que es un tema interesante e importante me lo traigo aquí al blog:

Hace cosa de un año vinieron al Centro de Atención Primaria en el que trabajo como enfermero un representante de los laboratorios Boiron, líder en fabricación de medicamentos homeopáticos, y una pediatra de atención primaria que nos explicó que llevaba un tiempo trabajando con homeopatía, diciendo nombres rarísimos con dosificaciones imposibles de memorizar y contándonos cómo gracias a la homeopatía una niña con múltiples bronquitis había dejado de padecerlas y otros casos que nos dejaron bastante perplejos.

El hecho de que una pediatra utilizara homeopatía nos hizo pensar que podía ser una buena opción, aunque confieso que era desconcertante saber que la homeopatía no tiene ningún efecto secundario y que un bebé o un niño podría tomarse un preparado entero sin intoxicarse. Desconcertante porque como profesionales sanitarios no lográbamos entender que algo curara sin ser tóxico si se tomaba en exceso y porque nos preguntábamos cómo es posible que una sustancia cure y no tenga efectos secundarios y que la medicina tradicional, llena de química, no adopte dicha sustancia o trabaje en base a los mismos sistemas de curación.

Pues bien, meses después quise conocer las respuestas a estas preguntas y después de investigar un poco y de buscar estudios científicos que apoyen a la homeopatía o que demuestren que funciona más allá del efecto placebo he llegado por fin a una conclusión que me apena: la homeopatía no funciona con los niños ni con los adultos y, de hecho, no funcionará jamás.

Me apena

Lo confieso, pese a las dudas salí de aquella sesión relativamente ilusionado con la homeopatía. Imaginad un montón de medicamentos sin efectos secundarios que curan un montón de cosas y que además parecen no tener detrás a las grandes compañías farmacéuticas que tantas cosas raras han hecho para obtener cuantiosos beneficios. Imaginad el bien que puede hacer algo así para la salud de todas las personas.

Suena precioso, fabuloso. Pero es mentira. Cuando fui deshojando la margarita me quedé con un tallo chuchurrío que ni era bonito ni olía bien. Por eso me apenó saber la verdad, por eso me apené, porque la homeopatía no tiene más efecto que el de un placebo y no podrá utilizarse para curar a nadie, porque detrás hay otras multinacionales farmacéuticas que siguen otros intereses y, lo que es peor, la gente que la está utilizando con patologías graves está jugando seriamente con su salud, más todavía si el hecho de tomar estos remedios supone dejar de tomar los que se indican desde la medicina alopática (“paso de darle inhaladores a mi hijo con bronquitis… le daré homeopatía”).

Qué no es la homeopatía

Muchas personas creen que la homeopatía es una medicina alternativa que se basa en el poder curativo de los extractos de las plantas o las hierbas. De hecho se asocia mucho homeopatía con herboristería, quizás porque allí se pueden conseguir algunos remedios homeopáticos, haciendo que realmente la gente crea que está tomando infusiones de plantas o cosas similares.

La realidad es diferente, porque la ciencia que estudia las hierbas y las plantas para tratar o prevenir enfermedades no es la homeopatía, sino la fitoterapia, que en muchas ocasiones sí tiene efectos verdaderos y sí puede provocar efectos secundarios, porque de hecho muchos de los tratamientos de la medicina convencional proceden de principios activos que se hallan en las plantas.

Qué es la homeopatía

Una vez hemos dejado de lado las plantas y las hierbas es necesario definir entonces qué es la homeopatía.

La homeopatía fue inventada por Christian Friedrich Samuel Hahnemann (1775-1843), quien tras dejar la medicina en 1794, cansado porque decía que la medicina causaba más sufrimiento que beneficio al paciente, decidió utilizar nuevas técnicas para tratar a los enfermos.

Hahnemann explicó que para curar una enfermedad había que centrarse en los síntomas y dijo que para tratar un síntoma era necesario buscar una sustancia que lo provocara y dársela al paciente en cantidades diminutas para activar al cuerpo y promover la resolución del síntoma y en consecuencia de la enfermedad (una vez se han tratado todos los síntomas).

Como a menos dosis de una sustancia los efectos secundarios de la misma eran menores, Hahnemann postuló que a menor cantidad de una sustancia, más rápida sería la curación (menos síntomas padecería el paciente).

Entonces, recapitulando, la homeopatía se basa en la utilización de una sustancia, que se conoce como “tintura madre”, diluida en agua. Cuanto más diluida esté, al ser menores los síntomas, mayor será el efecto (dicen).

Cómo se diluye una tintura madre

La tintura madre puede ser casi cualquier sustancia. Puede ser una hierba, el mismo café (que utilizando la lógica homeopática sirve para aquellas personas que no pueden dormir), caca de perro, cucarachas, humo de cigarro, caspa y cientos de sustancias más que luego se diluyen para conseguir el preparado homeopático.

Para hacer una dilución se coge 1 unidad de la tintura, por ejemplo 1 ml y se diluye en 99 unidades de agua, en este caso ml. De este modo se consigue una concentración 1:100, que se conoce como 1 CH (Centesimal de Hahnemann).

Esta concentración obtenida es, según las “leyes” homeopáticas, demasiado débil, poco curativa. Por eso hay que seguir diluyendo para que sea un mejor “medicamento”.

Entonces se coge 1 ml de la dilución 1 CH y se mezcla con 99 ml de agua otra vez, mezclándolo enérgicamente (acción que recibe el nombre de sucusión) para obtener un concentrado 1:10000, conocido como 2 CH.

En el mercado se pueden encontrar fácilmente productos homeopáticos con concentraciones 30 CH. Para que os hagáis una idea de la cantidad de agua que supone dicha dilución decir solamente que una disolución 30 CH es algo así como una molécula de un principio activo diluida en una cantidad de agua equivalente a una esfera de agua de 150 millones de km de diámetro, que es la distancia entre la luna y el sol.

Según esto está claro que la probabilidad de tomarse una sola molécula de principio activo en un producto con concentración 30 CH es cero. De hecho, según el principio de Avogadro, a partir de 12 CH cualquier molécula está tan diluida que lo único que encontramos es agua.

¿Avogadro?

Amadeo Avogadro descubrió cómo averiguar cuántas moléculas de una sustancia determinada hay en una determinada cantidad de dicha sustancia según su peso molecular. Lo que conocemos comúnmente como “mol”. El número de Avogadro, redondeado, es 6,02 × 10^23.

Según esta ley (ya demostrada hasta la saciedad), cualquier preparado con una dilución 12 CH o mayor es agua, porque ya no queda ni una sola molécula de lo que se supone que te estás tomando.

La memoria del agua


Por si acaso a alguien se le ocurre pensar que tomándose algo muy diluido no va a curarse existe lo que se conoce como la memoria del agua.

Hahnemann explicó que el efecto curativo no se produce por la sustancia disuelta, sino porque de alguna manera, en el proceso de dilución y agitación la sustancia transmite al agua su espíritu curativo. Esto se conoce como la memoria del agua, que viene a decir que el agua recuerda la sustancia con la que ha estado en contacto y por eso cura.

¿Y las demás sustancias que entran en contacto con el agua?

Que levante la mano el que nunca se ha meado en el mar. ¿Nadie? Vale, ahora que levante la mano el que nunca ha tragado un poco de agua en el mar sin querer. ¿Nadie?

Pues eso, según la homeopatía, cuando alguien da un trago de agua del mar, debe de estar tomando orina humana en concentraciones muy bajas, por lo que debe tener un efecto potentísimo sobre nuestro cuerpo. Por no hablar de cuando te encuentras un trocito de caca de algún niño (o de algún adulto con pocos escrúpulos) que no ha podido aguantarse, o incluso del petróleo que vierten los barcos de tanto en cuanto.

Resumiendo

La homeopatía no puede tener efecto alguno porque las sustancias homeopáticas son agua con azúcar. De hecho existen remedios homeopáticos en pastillas, como si la memoria del agua se hubiera transmitido al concentrado de azúcar que compone la pastilla.

De todas maneras, como sé que hay mucha gente que explica que “a mí me funciona”, hablaré del efecto placebo, que es el efecto que tiene este tipo de productos.

Foto: Fotomontaje realizado con fotos de Boa-sorte&Careca y distillated en Flickr

3 mar 2011

Al ir al médico hay que decir siempre la verdad



Las visitas al pediatra o a la enfermera suelen ser motivo de angustia y de rechazo por parte de los niños. Para que lo lleven lo mejor posible se recomienda decirles siempre la verdad.

Cuando son bebés no hay mucho problema, pues van donde les lleven sin rechistar, pero a la que empiezan a entendernos aparecen las primeras reticencias a la hora de acudir al médico.

Sobre la actuación de los profesionales con los niños hay mucho que debatir y probablemente mucho a mejorar (el trato, las miradas, el tacto,…), quizás otro día hable de ello, si a alguien le interesa.

Sin embargo hay otras cosas que pasan en la consulta que no se pueden cambiar demasiado, es lo que hay:

  • No se puede ver la garganta sin el depresor o “palito” que tantas arcadas provoca (a menos que el niño esté entrenado y sepa abrir la boca y bajar la garganta, pero esto sólo lo saben hacer algunos niños mayorcitos).
  • No se puede poner una vacuna sin pinchar.
  • No se puede sacar sangre sin una aguja.
  • No se puede suturar una herida sin una aguja y un hilo.
  • ...
Ante estos eventos y dado que los padres solemos estar siempre informados de lo que les van a hacer a nuestros pequeños debemos decirles siempre la verdad: dónde vamos y a qué vamos (con un poco de tacto, claro).

Muchas madres y padres engañan a sus hijos diciéndoles que van a otro sitio, que van al médico pero que a ellos no les visitará, que van al médico pero que no les pinchará, etc.

Sin ir más lejos, hace unos días entraba una mamá con su hija de 4 años para hacerle una extracción de sangre y ante el llanto de la pequeña la madre le dijo: “No llores, tranquila, que no te van a pinchar”. Un minuto después la niña tenía clavada una aguja sacándole sangre.

¿Qué sentido puede tener para una niña que su madre le diga y le repita que puede estar tranquila, que no le van a pinchar, si acto seguido se lo van a hacer? ¿A qué nivel puede quedar la confianza de la pequeña hacia las palabras de su madre?

Lo más lógico es que cada vez que acuda al médico, aunque su madre le diga que no le van a pinchar, la niña crea que sí le van a pinchar, desconfiando de su madre y temiendo a las personas vestidas de blanco.

Quizás por esto mismo hay tantos adultos hoy en día con fobia a las agujas y jeringas (quizás no).

Lo ideal es decirles siempre la verdad. No hace falta entrar en demasiados detalles, sino adaptar lo que sucederá a su capacidad de entendimiento.

Si un día toca un pinchazo o algo desagradable y se lo comunicamos así, el niño va avisado y se dará cuenta, al confirmarse las palabras de la madre, de que ha sido sincera.

Si un día la visita es más bien de rutina y no va a haber ningún procedimiento doloroso, les decimos que no le van a hacer ningún daño y se dan cuenta que es cierto, el círculo se cierra y acaban comprendiendo que pueden confiar en mamá.

Publicado originalmente en Bebés y más.

13 abr 2010

El eructo del bebé



Uno de los primeros consejos que recibimos cuando tenemos a un recién nacido es el de ponerlo a hacer un eructo nada más acabar la toma.

Algunos lo hacen enseguida, otros tardan un poco más y otros nunca llegan a hacerlo.

El sentido común (cada día tenemos menos de esto) dice que si un bebé no eructa es porque no tiene nada que eructar, sin embargo hay madres preocupadas por este motivo que acaban mostrando su inquietud: “me cuesta mucho, mucho que haga el eructo”.

Y aquí llega la duda: ¿Es necesario que eructen después de las tomas?

Pues depende de si el niño ha tragado aire o no. El aire hace que el estómago esté más distendido. Esto activa el reflejo de apertura del esfínter esofágico inferior, el que comunica el esófago con el estómago, para que el aire salga.

Tener calor, frío, estar mojados o manchados, sentirse solos, tener demasiada hambre,... en definitiva, llorar por el motivo que sea hace que lleguen a tragar aire (hace años, cuando los rayos X no eran considerados peligrosos a alguien se le ocurrió radiografiar a los bebés durante el llanto y se dio cuenta que los bebés tienen poco gas cuando empiezan a llorar pero mucho gas cuando llevan un rato llorando).

Si además realizan las tomas después del llanto y llegan con demasiado hambre comen con avidez y tienden a tragar todavía aire.

Quitando estas situaciones, en condiciones normales, los bebés sellan perfectamente su boca con el pecho. Esto hace que sea imposible ingerir aire y que ponerlo para que eructe sea infructuoso (y molesto si el pobrecito está medio dormido).

En caso de que tome biberón la situación cambia. El biberón, al contrario que el pecho, contiene leche y aire (el pecho solo tiene leche) y a menudo, si el biberón no tiene la inclinación correcta o en el momento en que se lo acaba la tetina se llena de aire, el bebé acaba tragando ambas cosas, aire y leche.

La mejor manera de que el aire salga es teniendo al bebé en posición vertical. El aire mezclado con el líquido sube hacia arriba (es una simple ley física). En culturas donde los bebés van sujetos al cuerpo en posición vertical ellos mismos hacen el eructo sin necesidad de ninguna maniobra especial.

Si el bebé, tras mamar (o tras la toma), se queda dormido plácidamente, lo más probable es que no tenga aire que expulsar, por lo que no haremos nada especial. Ponerlo de manera vertical solo haría que se despertara y se pusiera a llorar (y se llenara de aire que entonces sí tendría que expulsar).

Si en cambio se muestra intranquilo e inquieto es posible que tenga que hacer el eructo, tras el cual, la mayoría de las veces, se rinden al sueño reparador que tanto ansían.

¡Felices eructos!



Publicado originalmente en Bebés y más.

12 may 2009

Guía roja y verde: no a los transgénicos en la alimentación infantil



Un alimento transgénico es aquel que ha sido creado mediante manipulación genética.

Mediante esta manipulación se consiguen especies de plantas y piensos para animales que no existían en la naturaleza con la finalidad de conseguir plantas más resistentes a plagas, animales que produzcan más o crezcan más y por lo tanto obtener un mayor beneficio económico.

Los efectos secundarios de los transgénicos están en entredicho por el aumento de tóxicos en la agricultura, contaminación genética, pérdida de biodiversidad, desarrollo de resistencias en insectos y “malas hierbas”, riesgos sanitarios y efectos no deseados en otros organismos. De hecho los efectos sobre el conjunto de los seres vivos son imprevisibles y nosotros y nuestros hijos estamos siendo las cobayas de este gran experimento.

Por esta razón Greenpeace lleva tiempo elaborando y actualizando la guía roja y verde de los alimentos transgénicos para que la población española conozca qué alimentos de los que está comprando, incluida la alimentación infantil, son transgénicos o bien contienen derivados de los mismos y cuáles están libres de ellos.

Para elaborar la lista divide los alimentos por marcas y tipos y los clasifica en la zona verde si son libres de transgénicos y derivados y en la zona roja si están etiquetados como tales, si se han hallado transgénicos en análisis de laboratorio o si las marcas no han garantizado a Greenpeace que sus productos estén libres de ellos.

Así podemos ver como tres marcas de comida infantil, Hero con todos los productos, Nestlé, también con todos sus productos y Danone, con los productos Nutricia, Milupa, Dumex, Mellin, Cow&Gate y Blédinano están en la lista roja por no haberse declarado libres de transgénicos.

Incluso Bimbo y Kellogg’s, responsables de los desayunos y meriendas de miles de niños y adultos están en la misma situación por el mismo motivo.

Más información: Greenpeace
Publicado originalmente en Bebés y más

7 may 2009

El suplemento de hierro durante el embarazo podría incrementar el riesgo de parto prematuro y de bajo peso



Uno de los factores que se controlan durante los embarazos, con las analíticas, es el de la cantidad de hierro de la futura mamá.

La mayoría de veces la concentración de hemoglobina baja de los 11 g/dl y muchos profesionales consideran esta disminución como una anemia suplementando la alimentación de las embarazadas con hierro.

La realidad es que este suplemento consigue aumentar los niveles de hierro (que es lo que se busca), pero según los niveles de hemoglobina a los que se llegue se incrementa el riesgo de que el parto sea prematuro y de que el bebé nazca con bajo peso.

En otras palabras, el suplemento de hierro que se da a muchas embarazadas casi por protocolo está contraindicado la mayoría de veces.

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28 abr 2009

Al ir al médico hay que decir siempre la verdad



Las visitas al pediatra o a la enfermera suelen ser motivo de angustia y de rechazo por parte de los niños. Para que lo lleven lo mejor posible se recomienda decirles siempre la verdad.

Cuando son bebés no hay mucho problema, pues van donde les lleven sin rechistar, pero a la que empiezan a entendernos aparecen las primeras reticencias a la hora de acudir al médico.

Sobre la actuación de los profesionales con los niños hay mucho que debatir y probablemente mucho a mejorar (el trato, las miradas, el tacto,…), quizás otro día hable de ello, si a alguien le interesa.

Sin embargo hay otras cosas que pasan en la consulta que no se pueden cambiar demasiado, es lo que hay:

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18 abr 2009

Las vacunas, cómo evitar el dolor y mi diálogo con la "profe"



¿Recordáis que os conté que estoy haciendo un postgrado de pediatría?

Bien, pues algunas clases han dado bastante que hablar entre las compañeras y una de ellas fue una que nos dieron sobre vacunas y quiero hablar de ella.

Según la profe hay dos corrientes al respecto del dolor en los bebés y niños ante una vacunación. Unos autores están de acuerdo en evitar el dolor y otros comentan que las vacunas son así, que duelen y que lo tienen que vivir o incluso que no deben dolerles tanto como se cree.

Posibles técnicas para evitar el dolor ante una administración vacunal serían:

Tratamiento con anestésicos tópicos

La mezcla eutética de crema anestésica (EMLA) aplicada bajo un apósito oclusivo logra analgesia durante la inyección y durante 24 horas después.

Debe aplicarse más o menos una hora y media antes de la administración de la vacuna aplicando un poco de crema en la zona y tapándola con un apósito (gasas y esparadrapo) que se retirará antes de aplicar la inyección (o antes de entrar a la consulta). Existen parches ya preparados cuya pauta de administración es idéntica, es decir, colocar el parche una hora y media antes y retirarlo al ir a administrar la vacuna.

Ante las vacunas de virus vivos (triple vírica, gripe, varicela) cuya administración es subcutánea se sospecha que pueda producir un descenso de la inmunidad de la vacuna, sin embargo en los ensayos efectuados al respecto no se ha demostrado tal sospecha.

Tratamiento con analgésicos orales

La administración de paracetamol o de ibuprofeno antes de la vacunación también disminuye el dolor de las vacunas. Para que sea efectivo deben haber pasado unas 6 horas y continuar con la administración del mismo durante 24 horas.

Tratamientos no farmacológicos

La presión local sobre la zona a pinchar durante unos 10 segundos antes del pinchazo disminuye levemente el dolor. Una cucharada de azúcar antes de la administración también puede disminuir las molestias.

Pinchar a los niños estando en brazos de sus padres o incluso, si toman pecho, mientras son amamantados son buenos sistemas para que el niño esté más relajado y sienta menos dolor.

En niños de mayor edad son eficaces técnicas de respiración y distracción como "alejar el dolor soplando", utilizar sopladores festivos (alias "matasuegras" - ¿por qué se llamarán así?), hacer burbujas de jabón, leer libros, cantar alguna canción o usar música.



Ahora, situándoos en mi vivencia personal de esa clase, os relato a modo de diálogo mi intervención en clase:

- Yo he leído estudios en que aseguran que si los niños están en brazos de sus padres o siendo amamantados si son niños que toman el pecho tienen menos dolor (ella no lo había explicado en la clase y yo a los niños les pincho, si es posible, de esta manera).
- Sí, sí, por supuesto. Es verdad, son medidas adecuadas. De todas maneras se cree que tampoco les duele tanto y, la verdad, los niños viven muchas experiencias dolorosas en la infancia. Se caen, se dan golpes, lloran, etc.
- Ya, claro, pero si al menos esto se lo puedes evitar...
- Claro, pero los niños durante la vida van a tener muchas experiencias dolorosas, no les podemos sobreproteger tanto.
- Ya, siempre no, pero si se puede evitar...

Y aquí han ido apareciendo voces en favor de la profe... Uops! me he perdido, he pensado. Quizá esta gente se saca las muelas sin anestesia, quizá dejan la puerta de casa abierta porque total, hoy en día te roba telefónica, hacienda y hasta el panadero que te cobra casi 1 euro por la barra cuando en el Mercadona te vale la mitad, ¿por qué cerrarla si te van a robar muchas veces en la vida?, quizá piensan que hacerse daño con algo te hace una persona más entera, más fuerte o con mayor personalidad o autoestima.

No, más bien me parece que la profesión de enfermería, esa que lucha por diferenciarse del mundo sanitario mostrando unos altos niveles de empatía tiene menos empatía que un zapato viejo.

A mí, persona adulta con capacidad de razonar, no me importa ponerme una vacuna, no me da miedo y accedo voluntariamente si la necesito. Hay niños que lloran porque sienten verdadero pavor. Creer que ellos lo viven igual que nosotros es no ponernos en su lugar y es no tratar de entender lo que sienten.

Veamos por ejemplo al niño de la foto de arriba. Me intento poner en su lugar imaginando qué siente. Como persona adulta intento buscar una vivencia que haría que yo me sintiera como él.

¡Ya la tengo! Si alguien viniera con una sierra eléctrica en funcionamiento dispuesto a cortarme el brazo creo que pondría la misma cara que este niño. Pues poniéndome en esa situación:

- Por favor, ¡que no me corte el brazo!
- No, Armando, es que te lo tiene que cortar, todos tus compañeros se lo han cortado ya y a ti también te lo tienen que cortar.
- Pues jope (por no decir...), ¡al menos que me duermaaaaa!

Una pena, porque tanto la profe como las alumnas que estaban de acuerdo con ella son enfermeras que trabajan en pediatría y que van a pinchar a muchos niños en su vida.

Luego se extrañan de que los niños entren llorando como magdalenas (o pataleando como bestias) cuando entran a la consulta. Y aún hay alguna que tiene la genial idea de decirle al niño: "si no dejas de llorar tus padres saldrán fuera hasta que te calmes", maravillosa manera de jugar con el miedo de un niño para conseguir un propósito. En fin...

Sobre los tratamientos, por si a alguien le interesa mi opinión, voto por el uso de la crema anestésica tópica (EMLA) en los niños pequeñitos e incluso en los más mayores, digamos hasta los 6 años si es que les da miedo la administración (no vuelve a haber vacunas hasta los 12 años). Sobre la medicación oral pienso que cuanto menos tomen los niños, mejor, por eso prefiero la crema, pero vamos, que tampoco sería delito.

Además de la crema o la analgesia intentaría siempre medidas que les calme o distraiga. Tenerlos en brazos, mecerlos, darles palmaditas en otra zona del cuerpo y en los mayores, jugar con ellos como he indicado en el otro post (soplar, música, etc.).

Hay enfermeros/as que no quieren pinchar al niño en los brazos de su madre aduciendo a que es mejor pincharle en la camilla (incluso diciendo que hay estudios que dicen que en la camilla es mejor porque bla, bla, bla). La razón suele ser 'que no les da la gana', lo puedo decir más alto, pero no más claro.

Sí, en la vida se van a dar muchos golpes, se van a hacer daño muchas veces y van a llorar cuando les duela algo o sientan miedo pero no puedo aceptar, por respeto a los niños, que son tan persona como yo, dejar que sufran o sientan dolor si podemos evitarlo.

Actualización: Desde que escribiera este post en Bebés y más allá por noviembre he leído algún estudio sobre el manejo del dolor y parece ser que lo más efectivo es la succión durante la prueba (pecho o chupete) y, si es con chupete, que haya tomado antes de entrar un poco de sacarosa (si es con el pecho, pues que tome un poco de pecho antes y durante).

Hay profesionales (y madres) que temen que si el niño toma el pecho durante el pinchazo, asocien el pecho al dolor y luego no quiera mamar.

Desconozco si esto sucede así, pero por esta regla de tres deberían asociar también el estar con la madre, el color de la camiseta que lleva su madre, el tipo de luz de la consulta, el color del techo,...

No sé si me explico... parece ser que cuando se da el pecho los peligros son enormes (nadie dice a una madre que le quite el chupete para vacunarle por si asocia el chupete con el dolor y luego no lo quiere).

Publicado originalmente en Bebés y más

Microquimerismo fetal: ¿un increíble fenómeno de la naturaleza?



Los avances de la investigación son tales que a menudo aparecen nuevas informaciones que nos asombran y nos hacen pensar en lo ilimitado que puede llegar a ser el poder de la naturaleza.

La gestación es un momento de simbiosis entre dos vidas. Durante esos nueve meses, además de todos los fenómenos que ya conocemos, sucede el denominado microquimerismo fetal.

Se trata de un intercambio de células entre madre e hijo que hace que algunas células madre pluripotenciales (pueden transformarse en cualquier tipo de célula) de la sangre del feto y la placenta pasen a la circulación de la madre y algunas células de la madre pasen a la circulación del feto.

El efecto de este fenómeno, que aún debe ser estudiado en profundidad, parece ser doble. Por un lado parece producirse un efecto preventivo al aportar células que puedan ser utilizadas en el futuro como cura a posibles enfermedades, pero por otro lado hay casos en que podrían ser el origen de determinadas enfermedades.

Las células del feto que pasan a la madre tienen una gran capacidad de renovación y colaboran con las células madre adultas en la función regenerativa del cuerpo de la mujer.

Existen datos de la participación de estas células en la reparación del corazón de madres que padecían cardiopatías. Al analizar esas células del corazón se observó que contenían el cromosoma Y, exclusivo del varón, y por lo tanto eran células que provenían del embarazo previo de un niño.

Sucesos como este se han documentado en órganos como el hígado, el riñón e incluso el cerebro en mujeres que tenían estos órganos dañados previamente.

Los beneficios del microquimerismo fetal son mutuos, ya que se ha observado que células que pasan de la madre al hijo tratan de reparar tejido dañado en los niños diabéticos.

Sin embargo parece que no todo son beneficios y parece ser que en algunos casos algunas células del feto que han pasado a la madre identifican las células maternas como “extrañas” y las atacan produciendo enfermedades autoinmunes.

De hecho se ha asociado el microquimerismo fetal a enfermedades propias del embarazo como la preeclampsia y la erupción polimórfica.

En un estudio a mujeres con preeclampsia se observó que tenían aproximadamente 1 célula fetal por cada 1.000 células en la circulación materna, mientras que en las mujeres embarazadas sanas, la proporción era sólo de 1 por millón.

Sin duda, y a pesar de tratarse de un arma de doble filo, el microquimerismo fetal es un fenómeno de la naturaleza cuanto menos sorprendente. Cada año aparecen nuevos estudios al respecto, ya que la posibilidad de que los beneficios de un embarazo en el bebé y en la madre perduren en el tiempo es un terreno poco explorado que pueda aportar información muy valiosa.

Personalmente, quedo a la expectativa de obtener más datos sobre este tema que me ha parecido apasionante.

- Más información: Consumer, Células madre y vínculo de apego en el cerebro de la mujer (Universidad de Navarra) (pág. 9)
- Imagen: Estudios de embriones de Leonardo da Vinci

Publicado originalmente enBebés y más.

8 abr 2009

¿Es malo ser zurdo?



El otro día hablaba con una enfermera de pediatría amiga mía y me explicó una situación que le había pasado unos días atrás.

Mamá: Mire, es que me parece que mi niña es zurda.
Ella: ¿Ah sí? ¿Le ve que utiliza más la mano izquierda?
Mamá: Pues sí... ¿No se puede hacer nada para que sea normal?

Que en el siglo XXI los zurdos sean considerados no normales (por no decir anormales) tiene delito.

El cabreo de mi amiga era considerable. Ella es zurda.

3 abr 2009

Por qué muy pocos bebés toman lactancia materna exclusiva hasta los seis meses



Desde hace años se recomienda lactancia materna exclusiva hasta los seis meses como alimentación ideal para todos los bebés, sin embargo las tasas de lactancia materna indican que pocos niños llegan a cumplir estas recomendaciones.

La Encuesta Nacional de Salud efectuada el año 2006 en España por el Ministerio de Sanidad y Consumo arrojó las siguientes cifras:

A las 6 semanas de vida un 68,4 % de los bebés eran amamantados con lactancia natural (la misma encuesta en 2001 indicaba un 61%), un 2,27% recibían lactancia mixta (natural y artificial) y un 29,34% eran alimentados con leche artificial.

A los 3 meses los bebés eran alimentados con leche materna en un 52,48%, con lactancia mixta un 10,83% y con leche artificial un 36,7%.

A los 6 meses, momento hasta el cual se recomienda la lactancia materna de manera exclusiva, tan solo un 24,72% de los bebés (uno de cada cuatro) era alimentado con lactancia natural (en la encuesta de 2001 fueron un 23,6%), por un 14,03% de bebés con lactancia mixta y un 61,25% de bebés alimentados con leche artificial.

La conclusión que se extrae es que han mejorado las tasas de lactancia materna exclusiva de manera muy leve. Pese al aumento las tasas siguen siendo muy bajas, como en la mayoría de países de la Unión Europea.

En un documento de “Normas de alimentación recomendadas para la UE” podemos ver cuáles son las razones más frecuentes que impiden, a nivel europeo, un inicio y mantenimiento de lactancia materna deseable para la salud de los bebés:

Insuficientes calidad y cobertura de la educación prenatal acerca de la alimentación del lactante y niño pequeño: Muchas madres reciben una educación muy completa y valiosa, sin embargo muchas otras no acuden a las clases pre-parto o no reciben información útil y actualizada. Esto provoca que sean pocas las madres que realmente tienen una información correcta sobre el funcionamiento de la lactancia.

Políticas y prácticas inadecuadas en las maternidades hospitalarias: El uso de protocolos obsoletos en que no se permita el contacto madre-hijo desde el primero momento, sea el parto vaginal o mediante cesárea, la administración de biberones antes de la primera toma de leche materna (normalmente sin el conocimiento ni consentimiento materno), la contradicción de recomendar la lactancia natural y regalar un bote de leche “por si acaso”,...

Falta de seguimiento oportuno y apoyo competente: Aunque algunas mujeres decidirán amamantar a su hijo durante un período de tiempo limitado y otras ni siquiera comenzarán la lactancia, hay pruebas de que muchas mujeres están decepcionadas por no haber podido prolongar la lactancia materna durante más tiempo.

Hamlyn (2002) informa que el 87% de las madres que interrumpieron la lactancia en el transcurso de las seis semanas después del nacimiento habrían querido continuar la lactancia durante más tiempo. De las madres que amamantaron durante al menos seis meses, el 37% habría preferido continuar durante más tiempo.

Es necesario que tras el parto la madre lactante reciba apoyo e información adecuada por parte de los profesionales y del entorno más próximo para sentirse acompañada, escuchada y ayudada.

Mala información y falta de orientación y estímulo por parte de los profesionales de salud: Por desgracia muy pocos están formados y actualizados y a menudo, en vez de ayudar o arreglar, estropean.

Una recomendación para todas las madres que deseen dar el pecho o que están teniendo problemas es la de acudir a un grupo de apoyo a la lactancia materna. Por increíble que parezca tienen más formación e información que muchos pediatras (hay grupos tan “potentes” que los mismos pediatras les consultan o sugieren a las mamás la asistencia) y las madres encuentran un rincón donde explicar sus inquietudes y donde son escuchadas.

Falta o bajo cumplimiento del Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Humana: Regalar muestras de leche de fórmula (ya sea el personal sanitario, ya sea en una farmacia, ya sea…), tener en los centros sanitarios pósters con las marcas y stands llenos de muestras a la vista de las mamás, ofertas o descuentos de leche de inicio en los supermercados, etc.

Vuelta precoz al trabajo en ausencia de instalaciones y apoyo para el amamantamiento en el lugar de trabajo: La baja finaliza a las 16 semanas y pocas madres pueden permitirse alargar este periodo hasta al menos los seis meses (aunque cuanto más mejor), imposibilidad de extraer y almacenar leche en el puesto de trabajo, etc.

Escaso apoyo familiar y social: Carencia de apoyo logístico en el momento en que más se necesita (limpieza de la casa, lavadoras, etc.). Las madres acaban sintiendo que necesitan ser Superwoman para llegar a todo y poco a poco el vaso se va llenando hasta el punto de buscar alternativas (que papá le de biberones al bebé) que acaban con la lactancia materna.

La representación en los medios de comunicación de la alimentación con biberón como la norma: Aún arrastramos la imagen del biberón como elemento indispensable y como identificador de todo lo que tenga que ver con los bebés (biberón como logotipo de salas de lactancia, biberón incluido en los bebés de juguete, en las portadas de libros de bebés, en los baberos, etc.).

Esperemos que poco a poco todos estos puntos se vayan solucionando para que los niños amamantados de manera exclusiva hasta los seis meses, que ahora son minoría, pasen a ser mayoría, tal y como se recomienda para su salud.

Más información: IHAN


Foto: Flickr (blmurch)


Publicado originalmente en Bebés y más

La lactancia mejora la capacidad pulmonar de los bebés



Los niños que son amamantados durante cuatro meses o más tienen una mayor capacidad pulmonar que aquellos que toman el pecho menos tiempo o que nunca lo hacen.

Un equipo de la University of South Carolina, en Columbia, estudió a 1.033 niños de 10 años desde el nacimiento y vieron, además, que los amamantados eran más propensos a exhalar el aire de sus pulmones más rápido.

La explicación de esta mejor capacidad pulmonar es que los niños que toman pecho necesitan hacer mayor esfuerzo para alimentarse. La presión que los bebés ejercen sobre el pecho para conseguir la leche materna es tres veces superior a la necesaria para tomar biberón.

La capacidad pulmonar promedio, medida según el volumen de aire que un niño puede exhalar forzadamente, fue 54 mililitros mayor en los niños que habían sido amamantados durante por lo menos cuatro meses que en los chicos que nunca habían tomado el pecho.

El flujo pico de exhalación, o la máxima velocidad a la que el aire sale de los pulmones, fue 180,8 mililitros por segundo más rápido en esos niños.

La función pulmonar de los niños que habían sido amamantados por poco tiempo no varió significativamente con respecto de la función en aquellos que no habían sido amamantados.

Al ser un beneficio que viene del ejercicio efectuado al mamar, la lactancia diferida, que consiste en dar leche materna en biberón, no mejoraría la capacidad pulmonar.

Estudiando el tiempo que los niños necesitaban para tomar su alimento, de bebés necesitaban una media de 8 minutos para la lactancia y una media de 4,4 minutos para tomar el biberón, que muestra que necesitan un mayor ejercicio para tomar el pecho y que, lejos de ser un hándicap, beneficia a nivel cardiopulmonar al bebé. Se ha observado que los bebés amamantados mantienen una frecuencia cardíaca y respiratoria más estable y al crecer tienen los beneficios comentados en el estudio.

Fuente: BuenaSalud

Publicado originalmente para Bebés y más

7 mar 2009

Los fumadores no podrán acoger niños en un distrito de Londres



A partir de enero del 2010 los fumadores no podrán ser padres de acogida en un distrito de Londres. La medida pretende velar por la salud de los menores protegiéndoles de la exposición pasiva al humo del tabaco. No han tardado en aparecer las críticas al respecto.

Diversos estudios advierten de lo especialmente susceptibles que son los niños al humo aumentando el riesgo de asma, neumonía, bronquitis, otitis e incluso de muerte súbita. Los fumadores que ya tengan niños a su cargo recibirán ayuda para abandonar el hábito tabáquico.

Michael Stark, responsable de atención al menor en esta área londinense, comenta lo siguiente al respecto: "Sabemos que mucha gente considera que se trata de una intromisión en sus libertades, pero también sabemos que el tabaco aumenta el riesgo de enfermedades graves en la infancia".

Las críticas a esta medida han venido tanto de los colectivos de fumadores como de la red nacional que gestiona el acogimiento infantil en Reino Unido (Fostering Network), que ha expresado su preocupación ya que entienden que con esta medida se puede excluir a familias válidas para el cuidado temporal de niños que lo necesitan.

La organización se muestra colaboradora al respecto y dispuesta a evaluar cada caso de manera individual. Una medida que es lógica si tenemos en cuenta que no es lo mismo la persona que fuma un cigarro en el jardín al final del día que el fumador habitual.

Los fumadores por su parte sienten esta medida como un nuevo intento de estigmatizarles y de dictarles de qué modo deben vivir sus vidas. Según el grupo pro-tabaco Forest "esta medida parece querer decir que los fumadores no pueden ser buenos padres, y eso es totalmente inaceptable".

Entiendo que los fumadores se sientan perseguidos y "estigmatizados" ya que es una medida más que se suma a la larga lista de situaciones en que el tabaco es casi perseguido.

Sin embargo estamos hablando de la salud de terceras personas, en este caso niños, que no han "elegido fumar".
El simple hecho de llevar ropa impregnada del olor del tabaco es suficiente para aumentar los riesgos de problemas respiratorios. No hace falta pues hablar de aquellas personas que fuman en una habitación del piso, aunque sea alejados de los niños o directamente delante de ellos.

Si nos centramos, por ejemplo, en el síndrome de la muerte súbita, solo el hecho de ser una persona fumadora (aunque fume en la calle) es motivo para desaconsejar que duerma en la misma habitación que el bebé hasta los 3 meses de edad.

Fuente: El Mundo
Escrito originalmente para Bebés y más

2 mar 2009

El síndrome de Diógenes es mentira



Vaya título me he sacado de la manga para animaros a leerme, jejeje.

Lo digo porque es verdad, pero es mentira.

El síndrome de Diógenes, que todos conocemos porque lo hemos visto en el programa Gente (o en algún telediario con pocas noticias serias que ofrecer), consiste en el abandono de uno mismo, descuidando su alimentación, su higiene y su salud y en un aislamiento del entorno en el que viven.

Normalmente se da en ancianos solitarios preocupados por una ruina económica no real que les lleva a acumular basura y todo cuanto consigan.

Hasta aquí estamos todos de acuerdo. El problema es que este síndrome no se llama así (o no deberíamos llamarlo así).

Diógenes fue un filósofo que propugnaba no poseer nada, no ser esclavo de las cosas y vivir libres. Llevaba una vida solitaria, siempre desnudo y sin más vivienda que un tonel, en renuncia constante de todos los bienes creados por la sociedad humana.

Es decir, con el afán de prescindir de todo aquello que no necesitara, justo al contrario de lo que conocemos del síndrome que lleva su nombre.

Una de las anécdotas que se cuentan del filósofo narra el momento en que Diógenes tiró su única pertenencia, un recipiente que utilizaba para beber agua, al ver a un niño bebiendo agua con la palma de la mano. Así se dio cuenta que no lo necesitaba.

Otra anécdota cuenta que estando tomando el sol se le acercó Alejandro Magno diciéndole:
- “Yo soy Alejandro Magno”
- “Y yo, Diógenes el cínico”.

Alejandro entonces le preguntó de qué modo podía servirle. El filósofo replicó:

- “¿Puedes apartarte para no quitarme la luz del sol?. No necesito nada más”.

Se cuenta que Alejandro se quedó tan impresionado con el dominio de sí mismo del cínico que se marchó diciendo:

- ”Si yo no fuera Alejandro, querría ser Diógenes”.

¿Vale, y cómo se llama entonces esa enfermedad de acumular mierdas?

Pues se llama enfermedad del siglo XXI, sino mirad la de mierdas que tenéis en casa acumuladas...

Ahora en serio, tiene varios nombres posibles:

  • Silogomanía: Este es el síntoma que debe utilizarse para definir la acumulación obsesiva y compulsiva de objetos sin valor.

  • Síndrome de la miseria senil: Es otra de las denominaciones en la bibliografía de salud mental del síndrome completo, mucho mas adecuada al de Diógenes.

  • Hoard: Los ingleses utilizan el término “hoard” (hacer acopio) para definir este tipo de patologías, y «hoarding» como la acción de la misma.


Pues ale, ya habéis aprendido algo nuevo.

Desde luego, bonito homenaje le han hecho a uno de los primeros nudistas-ecologistas de la historia. Si Diógenes levantara la cabeza... (vería que el mundo es una mierda, que está lleno de basura y que hemos elegido su nombre para definir al Rey).

26 dic 2008

El 17% de los niños y adolescentes tienen trastornos de conducta


Según un estudio realizado por la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria el 17 por ciento de los niños y adolescentes españoles padecen algún tipo de trastorno de conducta.

Estos datos (tan escalofriantes) han sido presentados en el XXII Congreso de esta sociedad, celebrado en Arona (Tenerife) los días 16 al 19 del presente mes y forma parte de un análisis realizado por cerca de 200 pediatras basándose en un test diseñado para detectar, de manera precoz, trastornos de conducta en los niños.

Esta prueba, llamada test de Eyber, permite detectar factores como las causas de los trastornos o lo grupos de riesgo y ha sido definido como una herramienta muy útil para los pediatras que demandaban una utilidad similar para realizar las valoraciones psicológicas necesarias para obtener resultados fiables.

No conozco el test ya que está recién presentado, pero sí conozco los resultados que han obtenido. Las tasas comentadas ya han aparecido en otros estudios incluso con peores resultados (he llegado a oír uno de cada cuatro niños tienen problemas psicológicos).

Las causas seguro que son muchas y muy diversas, pero no hace falta ser muy avispado para ver que esto va en aumento en los niños, en los adolescentes y en la población adulta. Algo ha de cambiar en nuestra concepción de la sociedad y en nuestra manera de educar y criar a nuestros hijos si ya de pequeños tienen este tipo de problemas.

Unicef lo dijo hace poco, hace falta más conciliación familiar. Los niños pasan demasiado tiempo solos, sin sus padres y demasiado tiempo ocupados en extraescolares diversas, en deberes y en ocupaciones casi obligadas que hacen que hayan perdido el tiempo para hacer aquello que más necesitan: jugar.

Les estamos robando su niñez y su infancia y enseñando que el cariño y el contacto, lo que nos hace humanos y personas, es casi un bien preciado a menudo inalcanzable que sustituimos con bienes materiales (los adultos hacemos lo mismo).

Parece que no escarmentamos. Vamos a peor y sin embargo nos creemos a pies juntillas que los niños deben pasar por un régimen casi dictatorial y de falta de afecto para hacerles personas duras y firmes, independientes y autosuficientes.

Lo que estamos consiguiendo es que los niños estén tristes e infelices porque realmente necesitan cariño y no quieren estar solos, pero creen, por lo que se les enseña, que lo que sienten está mal y que deben aprender a no necesitar a los demás y a no necesitar demasiado cariño.

Tiempo al tiempo, las consultas de salud mental aumentan a diario y ya no es extraño ver a niños/as de 9 años con crisis de ansiedad. Quizás debamos detener el reloj y mirar qué estamos haciendo mal o qué podríamos hacer mejor.

Fuentes:
- La Opinión
- Mi post en Bebés y más

Más información: SEPEAP

28 oct 2008

Sesión Lactancia Materna (y IV): Los Mitos de la Lactancia Materna (y 2)

Sigo con la sesión (que había dejado ya abandonada) con la 4a y última entrega. Estábamos con los mitos de la lactancia materna:

El bebé no debe dormirse mientras está al pecho.

Es como decirle a un adulto que después de cenar y tomarse un diazepam a las 23 de la noche y se siente a ver un programa de Sánchez-Dragó, no se quede dormido.



La leche materna contiene triptófano y otras sustancias que inducen al sueño, tanto de la madre como del bebé, y en las tomas de la noche hay más concentración todavía. Por lo que no tiene mucho sentido decir que no debe dormirse al pecho.


Por la noche no necesitan mamar

La lactancia es a demanda, tanto de día, como de noche.
Los bebés sí necesitan mamar de noche puesto que no pueden estar tanto tiempo sin alimentarse (vaciado del estómago a la hora y media...)

Por la noche hay más descarga de Prolactina en la madre. Esto la ayuda a dormir (a la madre) además de asegurar la producción de leche para el bebé mediante la succión.
No dar de mamar puede provocar ingurgitaciones mamarias y las consiguientes dificultades.


Dar el pecho es cosa de gitanas.

Hay estudios que determinan que las madres con más estudios son las que más dan de mamar. Actualmente el hecho de ser de etnia gitana es un factor que refuerza la posibilidad de ser alimentado con biberón.


Si tienes el pecho pequeño tendrás menos leche.

La diferencia en el tamaño del pecho viene dada por la cantidad de tejido graso que haya en la mama, no de la glándula mamaria.


No se puede dar el pecho si tienes el pezón invertido

El niño no mama del pezón, sino del pecho. El bebé mama cogiendo la areola, por lo tanto no nota la diferencia entre un pezón normal y uno invertido. Sí es posible que haya más dificultad puesto que pierde la guía visual de la punta del pecho, pero con la ayuda necesaria no hay ningún problema.

A los dos días de dar el pecho el pezón invertido suele quedarse evertido (y ya no se vuelve a meter nunca) o bien al destetar al niño se vuelve a invertir.


Las pezoneras

Se usan para los pezones invertidos, pero como hemos visto no son necesarias.
Hay dos tipos según su grosor: Gruesas de caucho / Finas de Látex.

En las gruesas de caucho el bebé mama un 60% menos de la leche que mamaría sin ellas.
En las Finas de Látex el bebé mama un 26% menos de lo que mamaría sin ellas.

Ahora hay nuevas pezoneras que tapan muy poca areola y que dificultan menos el estímulo de succión. Aún así sólo deben utilizarse como último recurso e intentando que sea lo más fina posible.

Hay ocasiones en que sí se aconsejan y es cuando el bebé es incapaz de cogerse al pecho de ningún otro modo, pero por los problemas que pueden causar se aconseja que su uso sea temporal.

Se pueden retirar mediante el método del “cambiazo”. Esto es quitar la pezonera durante la toma. Empezar con pezonera y cuando el bebé haga una pausa retirar la pezonera para que al volver se coja al pecho. Si lo hacemos al principio de la toma cuando el bebé está hambriento es más complicado, pues se pone más nervioso.

A los 3 meses me quedé sin leche.

O la crisis de los tres meses. Suele ocurrir entre los 2-4 meses aunque realmente puede ser en cualquier momento (se ha visto a madres con estas sensaciones al mes de dar el pecho). No es una crisis del niño, sino de la madre, que piensa que se está quedando sin leche.


  • Los pechos siempre están blandos (cuando antes se hinchaban en cada toma).

  • La leche deja de gotear.

  • Las tomas pasan de 15 minutos a 5 o incluso menos.

  • El niño no hace caca.


La explicación es que la lactancia está ya instaurada. La hinchazón y el goteo de los pechos son “problemas” en la lactancia. En el momento en que la lactancia está instaurada estos “problemas” desaparecen. Por ello están blandos y por ello no gotean.

El bebé tiene más fuerza y experiencia y mama cada vez más rápido.

El hecho de que el bebé no haga caca puede ser normal. En los niños con lactancia materna exclusiva es normal que no hagan caca durante varios días (siempre que haya habido días en que haya hecho caca muy a menudo).

Otra posible causa de pensar que “te quedas sin leche” es la relativa a las crisis de crecimiento. Los niños a medida que crecen necesitan más leche. Es muy común que haya un día (o dos) en que el niño esté enganchado a todas horas al pecho precisamente para aumentar esa producción de leche.

Si este signo se interpreta erróneamente, pensando que se debe a que “ya no hay leche, por eso mama tanto” o que “mi leche ya no sirve” e introducimos un biberón, la producción no aumentará y lo que habrá que ir aumentando paulatinamente serán los biberones. Aquí es cuando se dice “ojalá le hubiera dado más tiempo, pero claro, me quedé sin leche”.


Dar de mamar es un sacrificio, pues duele mucho.

Dar el pecho, una vez la lactancia está establecida, no duele. El dolor puede ser signo de que algo falla y esto suele ser la posición.

El bebé debe mamar cogiendo un buen pedazo de pecho, mamando de la areola y no del pezón. El pezón debe quedar en la parte superior de la boca dejando espacio suficiente debajo para la lengua. El pezón debe dirigirse entonces hacia la nariz, para que el niño abra bien la boca y el pezón quede así en la parte superior de su boca.

Si duele lo mejor es retirar el pecho y volverlo a intentar hasta que no duela.

Durante los primeros días, el dolor podría ser normal y suele ser "soportable". Ante la duda siempre es recomendable acudir a un profesional o a un grupo de apoyo para que valoren la posición y el agarre del bebé.


Posición al mamar

Hay muchas posiciones para dar de mamar. Es importante tener en cuenta la dirección del bebé según la dirección del pecho y que el bebé esté dirigido al pecho habiendo contacto barriga con barriga, dejando la cabeza en la parte media del antebrazo de la mamá.









¿Porque tantos niños maman en mala posición?

Se ha demostrado que tiene que ver con la primera hora del nacimiento.

En Suecia se hizo un estudio en el que a unos niños los pusieron, nada más nacer, con sus madres y con ellas se quedaron durante dos horas (a los 20 minutos empezaron a reptar hasta mamar a los 45/90 minutos) y otro grupo de niños que al nacer los pusieron con sus madres durante 20 minutos para llevárselos después a limpiar, pesar, etc. Durante 20 minutos y volver a dejarlos con la mamá, desnudos, piel con piel, a los 40 minutos de haber nacido. Los del segundo grupo no consiguieron mamar ninguno en buena posición y la mayoría ni siquiera mamaron.


Si pares por cesárea te tarda más en subir la leche.

Falso. Al parir te cortan la barriga, no la leche. Los niños nacidos por cesárea maman menos que los nacidos por parto vaginal.

Esto se debe a que en muchos hospitales tras una cesárea el tiempo de separación madre-hijo va desde las 2 horas hasta las 6-8 o incluso más. Esto hace que al bebé le cueste agarrarse al pecho, que provoque grietas, más incluso si ya le han dado un biberón.


Cuando una mujer tiene escasez de leche, generalmente se debe al estrés, la fatiga o el bajo consumo alimenticio y de líquidos.


Las causas más comunes de leche escasa son: tomas infrecuentes y/o problemas con el
afianzamiento y postura del bebé al mamar. Ambos problemas se deben en general a información incorrecta que recibe la madre lactante.

Los problemas de succión del niño también pueden afectar de forma negativa a la cantidad de leche que produce la madre. El estrés, la fatiga o la mala nutrición rara vez son causas de baja producción de leche, ya que el cuerpo humano ha desarrollado mecanismos de supervivencia para proteger al lactante en tiempos de hambruna.


Una madre debe tomar leche para producir leche.

Las vacas dan leche y comen hierba. Una dieta equilibrada es suficiente.


Si estás dando de mamar no puedes tomar medicamentos

Esto es falso. La culpa de esta confusión viene dada por los prospectos de los medicamentos que dicen “Embarazo y Lactancia” cuando una cosa no tiene nada que ver con la otra. La concentración de medicamento en la leche es irrisorio.

Para saber con certeza si un medicamento es seguro para la lactancia podemos mirarlo en http://www.e-lactancia.org/.


La leche materna no es necesaria a partir de los 6 meses / La leche materna no alimenta a partir del año

Es falso, aunque es muy habitual oír la frase “niña, si tu leche ya no le alimenta, quítale ya la teta y que beba leche de verdad”. La leche de verdad para un niño es la de su madre, ya que la leche de vaca no deja de ser un parche ya que es leche de ternera.

La leche materna de un niño de un año contiene más grasas, más anticuerpos y más energía que la de un bebé, por lo tanto está perfectamente adaptada a la edad del niño. El sistema inmunológico de un niño se acaba de formar entre los 2 y los 6 años. Por tanto la lactancia materna sigue complementando y ayudando al sistema inmune mientras el niño la siga tomando.


El pinzamiento del cordón umbilical

En el momento de nacer una de las acciones que todo profesional ejecuta con premura es el corte del cordón umbilical por temor a que siga pasando sangre y haya un exceso de sangre en el bebé (poliglobulia), que puede producir trombosis o dificultad respiratoria.

Esperar 3 minutos para pinzar el cordón hace que el bebé reciba un 30% más de sangre y se ha demostrado que:


  • no es perjudicial para el bebé

  • las reservas de hierro aumentan, disminuyendo el riesgo de anemia pasados unos meses.


Por tanto, muchas anemias atribuidas a la lactancia materna son culpa del que cortó el cordón.

La cantidad de hierro en la leche materna es adecuada, pero la naturaleza no sabía que alguien inventaría las pinzas y las tijeras.


¿Hasta cuando dar de mamar?

Hay madres que cuando les preguntas hasta cuando quieren dar de mamar responden “hasta que pueda”, a lo que habría que decirles: ¿TANTO?.

La OMS, UNICEF y la AEPED recomiendan LME hasta los 6 meses de vida. Lactancia Materna complementada hasta el año, dándole prioridad a la lactancia y continuar hasta los dos años. El destete es progresivo ya que se van añadiendo nuevos alimentos. Los niños se destetan solos entre los 2,5 y los 7 años de vida.

Dar de mamar a un niño de 4,5 o 6 años es extraño por no ser lo habitual, pero no es perjudicial.

La lactancia a partir del año sigue siendo un alimento increíble para ellos y sigue fortaleciendo el vínculo. En un estudio se observó que los niños con mayor apego en la infancia no exhibieron conductas asociadas con temores a ser abandonados cuando sus madres dejaban el cuarto. El niño podía aceptar la cesación de contacto tranquilamente porque sabía que su madre estaría si la necesitaba. Y que las madres que amamantaban menos tiempo tenían niños que lloraban más cuando se separaban de ellas.


Las madres que no dan el pecho son malas madres

No hombre no (no mujer no). Cada madre tiene que poder elegir lo que considera que es mejor para su hijo. Si una madre decide dar lactancia artificial tendrá sus razones. Y es probable que quiera y ame a su hijo con locura. Eso sí, debemos cerciorarnos de que la información que tienen es correcta.

El 90% de las madres que han dado el pecho a sus hijos hasta los 6 meses expresan que ojalá le podrían haber dado más tiempo y a diario se oyen a madres decir “que suerte tú que tienes leche, yo es que a los tres meses me quedé sin leche”.

Es decir, hay muchísimas madres que no han dado más tiempo el pecho porque no han tenido la información ni apoyo, ni por parte de la familia, ni por parte de los profesionales.

Esto hace que haya una creencia general en la sociedad de que muchas madres no tienen leche, o que se te puede acabar en cualquier momento. Además hay una gran desconfianza hacia la leche materna en cuanto a su calidad.

Nadie dice:

  • Déjalo ya, lo has intentado, pero hay veces que el biberón simplemente no funciona.

  • A mi cuñada le pasó lo mismo, el niño no se cogía al biberón y casi se le muere de hambre, hubo que acabar dándole el pecho.

  • No hay que ser fanáticos del biberón, hoy en día con el pecho también se crían la mar de bien.

  • Yo soy el primer defensor del biberón, pero hay que reconocer que muchas mujeres no pueden.

  • Es mejor darle el pecho con cariño que el biberón con resentimiento.

  • No le haces ningún bien a tu hijo; dándole el biberón de esta manera lo que estás haciendo es pasarle tus nervios.

  • No tienes porqué sentirte culpable, no es obligatorio dar el biberón para ser buena madre....


Nadie dice esto porque todo el mundo sabe que si sigues un rato con el biberón, llega un momento en que el niño lo coge bien.

Pues con el pecho pasa lo mismo. El problema es que nadie confía en que esto suceda y el apoyo a las madres es casi nulo.

Por tanto, si una madre elige dar el pecho, nuestro apoyo, como sanitarios, debe ser incondicional.

Si una persona fuma, no tenemos problema en decirle que el tabaco provoca cáncer, que el tabaco mata.

Los pediatras no tienen problema en decir que si tu hijo no come carne le faltará hierro, que tiene que comer fruta todos los días o le faltarán vitaminas. Sin embargo ninguno dice si no le das el pecho le faltarán defensas, ya que la respuesta siempre es: tranquila, si hoy en día con la leche artificial los niños se crían igual...para que no se sientan mal.

Sin embargo, la mamá que da el pecho dos años sí puede recibir críticas y comentarios negativos de familiares, amigos, gente ajena y profesionales.

Es decir, la madre que quería dar el pecho, pero no ha podido hacerlo se sentirá culpable, sí o sí. Aunque le mintamos diciendo que la leche artificial es igual.

Las madres que dan el pecho lo pasan muy mal el día que dejan de darlo, tenga el niño 6, 12 o 24 meses, puesto que sienten una pérdida, una sensación que no volverán a tener con ese hijo. Si estas madres lo sufren, como no van a sufrirlo las mamás de un niño de semanas?

Ante una madre que se siente mal porque no ha podido dar de mamar, probablemente por desinformación y por falta de apoyo en muchos sentidos, debemos hacer lo mismo que con todos los pacientes ante un problema. Ser empáticos y mostrarle que comprendemos la situación y cómo se siente.

En la carrera me enseñaron que responder ante un problema “tranquila, que no pasa nada, ya verás como se arregla” es un acto paternalista que no soluciona nada.

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Bibliografía:
- Un regalo para toda la vida. Carlos Gonzalez, 2006. Ediciones Temas de Hoy.- Lactancia Materna: Recursos para Asesoras y Grupos de Apoyo. Alba Lactancia Materna.
- Clases Magistrales. Curso de Asesoras de Lactancia Materna.