5 jun 2009

Cómo lavar a un bebé (si eres hombre)



Para todos aquellos papás que necesiten algunos consejos a la hora de verse en semejante fregao (nunca mejor dicho). Tiene algo de autobiográfico, cómo no...

El lavado del gato

Hasta que al bebé no se le cae el cordón hay muchos autores que recomiendan no bañarles. Hay otros, en cambio, que niegan que haya ninguna repercusión en el cordón por el hecho de bañarlos.

En los hospitales suelen recomendar, como mínimo para los días que estáis ahí, hacer un lavadito rápido con una esponja y agua caliente. Hoy quiero explicaros cómo se hace.

Es un proceso simple pero complicado a la vez.
Puede sonar machista (o feminista, nunca me aclaro), pero es simple cuando lo hace una mujer y complicado cuando lo hacemos nosotros.

No es una excusa, es que somos incapaces de hacerlo bien a la primera (y muchos ni a la segunda).

Normalmente una enfermera os explicará muy amablemente cómo debéis hacerlo y este es uno de los momentos para demostrar que “papá ha nacido para esto”.

Por qué digo que es complicado:

– Mira majo, preparas una cubeta con agua caliente, ni muy caliente ni muy fría.
– ¿Y eso como es, oiga? Porque muy caliente para mí es hirviendo y muy fría es helada.
- Bueno, que la notes agradable.

Claro, agradable, pero con el poco tacto que tenemos los hombres para esto de la temperatura, que ni siquiera sabemos cuándo está la ropa seca o húmeda, ¿cómo saberlo?

Mi consejo es tener un termómetro de agua (menudo consejo). Si no tienes uno la idea es que pongas el agua en la cubeta y vayas valorando la temperatura a medida que se llena, y cuando veas que está más o menos bien pruebes con la otra mano.

La primera lleva un rato tocando agua caliente y se ha adaptado a ella, pero la otra no, y hace las veces de contacto bebé seco – agua caliente.

– Ahora le vas quitando la ropita.
– Muy bien.

Y tú ahí deshaciendo lacitos y nudos, girando al bebé para un lado y el otro.

– Date prisa, majo, que se te va a enfriar el agua.

Y es que es verdad, qué manía tienen con que hagamos las cosas rápido, oye. Si lo hago rápido se quejan de que lo traqueteo, si lo hago despacio porque voy muy lento. ¿Es que no se dan cuenta de los nervios que pasa un padre en ese momento? Ahí, “to agarrotao…”, si es que ¡¡ni siquiera me han dejado entrenar!! De pequeño me echaban broncas por jugar con muñecas, ¿cómo voy a saber ahora hacer esto?

Bien, después de todo hemos conseguido desvestirlo. Ahora hay que mojarlo.

Metes la esponja, la escurres bien y al lío. Mójale un poquito todo, con la esponja el tórax, la barriguita, no te acerques mucho al cordón no la vayamos a liar, el pliegue del cuello, los pliegues de las ingles, las piernas, los pies, lo giras de ladito, la espalda, sus partes nobles, las no tan nobles (o sea, la vulva o el pene y el ano). Más o menos, tampoco busques sacar brillo, un poco de higiene y listo.

Para la cara puedes usar la punta de la toalla. La mojas un poco y le pasas por toda la carita y detrás de las orejas.

Sécale bien incluyendo los pliegues del cuello, de las ingles y todo aquel pliegue que veas (algunos bebés tienen unos cuantos).

Venga, todo rapidito que ya te ha dicho la enfermera que tiene que estar poco rato sin ropa porque cogen frío enseguida.

- Ya está.
- Muy bien majo, veo que esto no es lo tuyo… Venga, ahora ponle crema hidratante.
- ¿Qué? ¿Crema? Cariño, ¿donde está la crema?

Desde luego que poco autónomo eres papá, ya has tenido que pedirle ayuda a mamá.

Antes de hacer nada, piensa bien todos los pasos y qué vas a necesitar porque después de la crema viene el pañal (que tampoco tienes a mano), la gasita para secar el cordón (o la pauta de curas que sigan en el hospital), la ranita, la camiseta de batista (que no tiene nada que ver con Batistuta), el pijama y no, no tenías nada preparado y ni siquiera sabes donde anda.

Por lo tanto, resumiendo: todo bien preparado antes bañarle para que no perdamos tiempo buscando y el bebé tenga que esperarte tiritando de frío. Deja claro que haces las cosas despacio porque prefieres hacerlo así para no hacerle daño (mentira, que no sabes ir más rápido, pero más vale que piensen que eres sensible que no que eres torpe) y las cosas de una en una.

Que no te digan lo mal que lo haces aunque sea verdad. Estás aprendiendo y lo que necesitas es apoyo. Se agradece un “me encanta que bañes al bebé cariño, aunque creo que le pones mucha crema y quizá con menos sería suficiente”. Con esta frase tu pareja te ha dado ánimos para que sigas haciéndolo pues le gusta que lo hagas, te ha dicho lo que puedes mejorar y además te ha dicho cómo lo puedes mejorar.
¡¡Y solo te ha dicho una cosa!!

Probablemente hay más cosas que no haces bien, pero de una a una puedes ir mejorando y las demás quizá puedan esperar a mañana (sino tendrás que aprenderlas de dos en dos…).

Un consejo para acabar: evita la colonia Nenuco (o no), por alguna extraña razón, Nenuco, una colonia dirigida a los bebés se ha convertido en el aroma preferido para ponerle a los abuelillos. Se ha extendido tanto que, para algunas personas, el concepto de la colonia ha cambiado. En vez de pensar “este abuelillo huele a bebé” muchos pensamos “este bebé huele a abuelillo”.

5 comentarios:

aS dijo...

No estoy nada de acuerdo con lo de los hombres, jatetú. Y no lo digo por machista ni na de esas cosas, sino porque es una idea preconcebida eso de que las mamás nos manejemos mejor, es un mito. Cuando nació mi niña me daba miedo bañarla y me agobiaba muchísimo. Todo lo que describes al ir a bañar a tu hijo, me pasaba a mí. No tenía ni idea de por dónde empezar y me sentía torpe y perdida pero muchísimo. Durante sus primeros meses siempre la bañó su padre, que también aprendió desde cero.
Quiero decir que todos los primerizos que no hemos tenido contacto cercano con bebés estamos perdidos y asustados, y todos aprendemos con voluntad y equivocándonos, tanto hombres como mujeres.

Cuchi dijo...

Pues en nuestro caso se asemeja mucho a lo que cuenta Armando.Yo tenía más soltura que el padre, no sé si por mis sobris, por el curso de preparación al parto o por mi instinto maternal.

Y cuando se lo he ido leyendo al papá, se ha partido de risa y se ha sentido muy identificado.

Un saludo y enhorabuena por el blog.

Nes dijo...

Me encantó el hilo. Pero lo que más me gusta de todo es que aunque hay muuuuuchos hombres así todavía, comienzan a surgir aquellos que viven su paternidad de forma responsable, involucrándose desde el principio.
Mi marido (que es muy colecho, que lleva la bandolera mejor que yo y que colma con todo el amor del mundo a nuestra hija) no pudo bañarla sola hasta los tres meses porque le daba pánico. Eso sí, él era el que me preparaba siempre las cosas, porque yo no tenía ni miedo, ni cabeza...

Unknown dijo...

Un truquillo: valorar la temperatura del agua con el codo en vez de con la mano ;-)

Caro dijo...

Ay qué gracioso!

Yo me compré un termómetro en el Mothercare por 2 euros creo, la mar de simple pero efectivo, yo tampoco sirvo para valorar el agua porque a mí me encanta achicharrarme en la ducha (para castigo de mi costi en aquellos tiempos en que podíamos compartir ducha!!:P)

Prefería bañar yo a Mateo de recién nacido, pero todo lo que implicaba valor, como la cura del cordón, fue cosa del padre, a Dios gracias! y le ha quedado un ombligo precioso (si lo hubiera hecho yo, desde luego no estaría igual...). Y en cuanto puso un poco de peso yo ya no podía con la espalda, así que pasó a ser tarea de papá, yo soy la auxiliar (la que lo pone todo a mano, vamos :)).

Y en general, yo creo que hay muchos papis que se dan mucha maña bañando a los niños, la cosa es que efectivamente, eso de tener todo controlado y al alcance ya es demasiado jajaja