12 may 2008

Bocados de relidad: Atraco a mano armada


Hoy he conocido a Luis (nombre ficticio), de 71 años. Luis tiene el antebrazo derecho lleno de cicatrices. Casi se podría decir que es una cicatriz en sí mismo.

El día está nublado pero relativamente cálido. Luis lleva manga corta, el tiempo lo permite. No esconde su brazo pues no le acompleja. Es fruto de una situación vivida que no pudo evitar, que le marcó para el resto de la vida pero que no tiene porqué esconder.

Hace 18 años regentaba un bar. Estaba cenando tranquilamente cuando unos encapuchados entraron en su bar, muy nerviosos – como relata el mismo Luis – gritando e insistiendo por el dinero de la caja. Tal era el grado de excitación y tal debía ser su inexperiencia y su idiotez que al que iba armado se le disparó la pistola. El destino de la bala resultó ser el brazo de Luis. Le fracturó el cúbito y el radio y como dice Luis “se me abrió por todas partes”. En el Hospital le dijeron que habría que amputarlo, sin embargo una segunda opinión en otro Hospital le salvó el brazo, y tras 5 operaciones (injertos, utilización de vasos sanguíneos de las piernas para el brazo, etc...) Luis conserva su brazo.

No he podido evitar preguntarle por el botín... “¿Se llevaron algo?”. “No. Se asustaron tanto al verme el brazo que salieron corriendo”.

Nunca ha sabido quienes fueron y probablemente nunca lo sabrá. Pero su brazo le recuerda cada mañana y cada vez que lo tiene que utilizar que un día unos encapuchados que sólo se iban a llevar unas “pocas perras” le destrozaron el brazo al disparar, accidentalmente, un arma que nunca debieron llevar. Su consuelo es que puede contarlo, que podría haber sido peor. Siempre puede ser peor...

¿A que viene esta historia?

Probablemente os lo estaréis preguntado. Si no es así me veo en la necesidad de explicarlo.
Cada día y a todas horas escuchamos noticias de este tipo. En Gente, en el Telediario, en Impactos TV, en El Buscador, en...... Estamos tan insensibilizados que sólo alcanzamos a decir “Joder...” o “No veas” mientras damos cuenta de nuestro bocadillo o soltamos un “Pásame el agua” o un “Creo que ya ha acabado la lavadora”.

¿Es posible? ¿Estamos tan insensibilizados?

Pues sí, es posible. Imagino que hay un poco de no querer saber más, de no querer sufrir, de “bastante tengo yo con lo mío”...
Sin embargo hoy he empatizado con Luis y he entendido su sensación, he visto el sentimiento de impotencia en sus ojos al decirme “cada vez que tengo que usar el brazo, me acuerdo de ese día” y cada vez que tiene que usar el brazo son muchas veces a lo largo de un día.

Como me ha dicho antes de despedirse de mí: “Ya se le podría haber ido el disparo a los huevos” (a los del encapuchado, claro).

1 comentario:

laura dijo...

ufff!!! vaya historia... bueno siempre se suele decir que al trabajar de cara al publico te expones a mucha cosas pero nadie sabe realmente a que clase de cosas se refieren.Yo tengo un negocio y os podria decir mil cosas que me suceden al dia...pero lo mas imporatnte para mi es el respeto que tienes que tener hacia las personas que entran en tu tienda y por supuesto el que ellas tienen que tener hacia ti,muchas veces eso se olvida,yo siempre digo que parece que seamos un confesionario porque despues de 10 años aqui todo el mundo te viene a contar sus cosas y si os digo la verdad me siento afortunada de ello porque yo solo le contaria mis historias a gente en quien confio y eso significa que confian en mi, para mi es alagador...
Que decir tienen que tambien te encuentras con gente muy.... no se como decirlo educadamente pero bueno como se suele decir gajes del oficio...En definitiva, que lo que le paso a "Luis" por desgracia hoy en dia le puede pasar a cualquiera y esa es la gran pena de esta sociedad.