6 nov 2009

¿Hasta qué punto debemos hacer campañas solidarias de juguetes?



Arranca estos días la II Campaña Anual “Niños Solidarios” de Imaginarium en colaboración con la Fundación Antena 3 y Mensajeros de la Paz, que se basa en enviar desde los países occidentales juguetes a aquellos países en vías de desarrollo (los países pobres, vamos), en época de Navidad y Reyes.

Los niños tienen que decorar una caja de zapatos en la que meterán el juguete o juguetes, especificando si es para niño o niña, y llevarla a Imaginarium entre el día 1 y el 14 de Noviembre.

A simple vista suena todo muy bonito, sin embargo a veces me pregunto (quizá me esté haciendo viejo o mal pensado): ¿Hasta qué punto debemos hacer campañas solidarias de juguetes?

Hace tiempo que los occidentales sufrimos una gran enfermedad que consiste en creernos el ombligo del mundo. Creemos que todo lo que hacemos, todo lo que tenemos y el modo en que vivimos es el mejor posible, el más avanzado y al que deberían aspirar el resto de mortales.

Todo el que no vive como nosotros, o es una persona extraña y antisocial, o no tiene recursos para vivir de esta manera, sino parece difícil de entenderlo.

El caso es que, aunque parezca mentira, los niños de los países pobres, sonríen y comparten probablemente más de lo que lo hacen nuestros hijos. Aprenden a ser felices a pesar de todo y aprenden a vivir con lo que tienen, porque no pueden tener más y porque, simplemente, no necesitan mucho más.

Es por eso que el mensaje que damos a nuestros hijos: “vamos a mandar juguetes para los niños pobres, que no tienen dinero para comprarlos” me resulta algo chocante, primero porque no se qué puede hacer un niño con según qué juguete europeo (un coche de plástico rojo, un juguete que vaya a pilas o un action man, por poner algunos ejemplos…) y segundo porque los niños de los países en vías de desarrollo no necesitan estos juguetes para ser felices.

Los nuestros tampoco



Cierto, nuestros hijos tampoco necesitan juguetes para ser felices, sin embargo, en la sociedad en la que viven, es impensable que un niño crezca sin juguetes.

No existe el gen juguete, no nacen necesitando cosas materiales. Somos nosotros y nuestra sociedad de consumo los que imponemos, poco a poco, la necesidad de tener bienes materiales y la necesidad de desearlos.



Los niños sin recursos de los países pobres no tienen esta necesidad porque son capaces de jugar y divertirse sin juguetes (o lo hacen con los que ellos mismos se construyen) y es por este motivo que me parece incluso cruel poner un granito de arena que ayude a hacer sentir a estos niños que para ser felices necesitan tener juguetes como los nuestros.

Pero los niños tienen que aprender a ser solidarios ¿no?



Por supuesto, pero los niños no tienen que ser solidarios con los países pobres para lavar la imagen de los adultos que no lo somos, y menos si con esta solidaridad creamos necesidades en aquellos que no las tienen o si con ello hacemos creer a nuestros hijos que nosotros somos felices gracias a lo que tenemos y que ellos son infelices por no tenerlo.

Se puede ser solidario de cien maneras diferentes. No hace falta enviar cosas a otros países, sino mirar en cualquier esquina de nuestras grandes ciudades para encontrar personas con necesidades.

Voy más allá, no hace falta ni siquiera buscar al mendigo que pide en cualquier esquina, sino mirar a nuestros familiares más cercanos, a nuestros vecinos, a nuestros conocidos, a nuestros amigos y a los desconocidos porque son múltiples las situaciones en que alguien puede necesitar nuestra ayuda (sea echar una mano, sea ofrecer un hombro en el que llorar, sea ofrecer un oído para escuchar, sea…).

Así, empezando desde nuestro entorno más cercano nuestros hijos pueden aprender lo que es la solidaridad.

Binta y la gran idea



Binta y la gran idea es un corto relacionado con este tema que pertenece a una película realizada por Unicef titulada “En el mundo a cada rato“ que llega fácilmente al corazón porque es precioso y porque ayuda al occidental medio a conocer cómo viven los niños en los países pobres.

Está dirigido por Javier Fesser y formó parte de los preseleccionados para los Oscars. Os recomiendo que lo veáis, porque es maravilloso y porque ayuda a ver el hemisferio sur desde otro prisma.

La persona que me recomendó esta película me comentó que sus hijos de 5, 8 y 12 años la habían visto con ella y al parecer se originó en su casa un amplio debate en que aparecieron las palabras “necesidades”, “playstation”, “ropa de marca”, etc. Lo mejor es que dicho debate surgió de sus hijos y no de ella.



La buena vida



Os recomiendo también este cuento de Tony Mello que ayuda a pensar sobre este tema:

Enzo, un rico comerciante de Puerto Ayacucho, visita a las comunidades indígenas del alto Orinoco y se horroriza cuando ve a Orawë, indígena Yanomami tumbado tranquilamente en su chinchorro (especie de hamaca), mascando tabaco.

- ¿Por qué no sales a pescar? – le pregunta Enzo.

– Porque ya he pescado bastante por hoy – le contesta Orawë.

– ¿Y por qué no pescas más de lo que necesitas? – insiste el comerciante.

– ¿Y qué iba a hacer con ello? – pregunta a su vez el indio.

– Ganarías más dinero. De este modo podrías poner un motor fueraborda en tu canoa. Entonces podrías llegar lejos en el río y pescar más peces. Y así ganarías lo suficiente para comprarte una red de nylon, con lo que obtendrías más pescado y más dinero. Pronto ganarías para tener dos canoas y hasta dos motores y más rápidos… Entonces serás rico, como yo.

– ¿Y qué haría entonces? – preguntó de nuevo el indígena.

– Podrías sentarte y disfrutar de la vida – respondió el comerciante.

– ¿Y qué crees que estoy haciendo en este momento? – respondió satisfecho el indio Orawë.



Conclusión



La iniciativa es muy loable. Me parece maravilloso tratar de que los niños aprendan lo que significa la palabra solidaridad, sin embargo no me parece correcto hacerlo a costa de “trastocar” la paz y la felicidad de aquellos niños que no necesitan juguetes para sonreír creándoles la sensación de que para ser más felices precisan de cosas así.

Podemos mostrar a los niños cómo ser solidarios y cómo compartir actuando nosotros como personas solidarias con aquellas personas de nuestro entorno que necesitan de nuestra ayuda en algún momento. Sólo hace falta abrir un poco los ojos y la mente para buscar los momentos y las infinitas posibilidades que aparecen a diario para prestar nuestra ayuda.

Foto: Flickr (Graham Crumb)
Publicado originalmente en Bebés y más.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, disculpa, pero me suena a escusa... en fin yo entiendo que hay fundaciones que se dedican a hacer llegar dichos juguetes y que si lo hacen es porque tiene un efecto positivo, ¿si no cual sería el fin? Es decir ¿si enviar juguetes a esos niños tuviera un mal efecto, se molestarian en enviarlos? Por supuesto que esos niños si no conocen o no tienen dichos juguetes también sobreviven,¿y nuestros niños no tienen también más de la cuentan?
En fin que normalmente sigo tu blog, y hasta hoy no me había apetecido hacer ningún comentario, pero con este tema soy bastante sensible..
Un saludo
Raquel

mely mel honey miel dijo...

a mí me parece aún peor que en estas campañas y en otras como "zapatos para áfrica" se diga que "da igual si es nuevo o usado" es decir, estamos en las mismas: qué bueno es occidente que salva a l@s niñ@s pobres... dándoles las sobras.. me parecen una hipocresía. como dices hay que ser solidari@ empezando con quien tienes al lado, y no sólo en vanidad, q diga, en navidad... saludos!

Armandilio dijo...

Raquel, el problema es: "Quién evalúa el efecto positivo?".

El problema es que desde nuestro punto de vista puede ser positivo lo que hacemos, pero puede no serlo desde el punto de vista del que lo recibe.

Pongo un ejemplo: Hace años una ONG financió la construcción de una fuente de la que extraer agua para no recuerdo qué poblado. Así las mujeres y hombres podrían tener agua cerca para lavar la ropa, etc. Una gran idea desde aquí.

Una vez se construyó quedó casi como un monumento o similar, porque no les servía... no es que no funcionara, sino que las mujeres del lugar iban a lavar al río con todo el placer del mundo porque allí se veían unas con otras, hablaban de sus maridos y de lo que les apetecía y era un momento que para nada querían que desapareciera.

Dicho de otro modo: Nadie les preguntó qué les parecía que se pusiera una fuente porque parecía que era obvio que les ayudaría.

¿Excusa? No Raquel, no me cuesta nada meter cuatro cosas en una caja... pero prefiero abrir los ojos en mi entorno y ayudar a quien lo necesita.
Mira, sin ir más lejos, hoy mismo he visto a un joven en silla de ruedas subiendo una cuesta increíble. Le han adelantado varias personas y nadie se ha dignado a echarle una mano. Yo, que iba en la misma dirección he apresurado el paso para acercarme a él. "Te ayudo?", "No, tranquilo", "Sí, hombre, que esta cuesta es mortal" y jadeando, que me ha costado empujarle, le he subido.
Luego me lo ha agradecido, claro... y yo me he sentido bien por haber hecho lo que a mí me habría gustado que alguien hiciera conmigo.
No sé, hay mil maneras de ayudar a los demás.

Anónimo dijo...

esto mismo hago yo pero durante todo el año, y sin tanta parafernalia... es decir meto cosas en una bolsa que veo que están nuevas pero que no usamos..ya sea ropa y juguetes, y lo llevo todo a cáritas, sé que desde allí hacen un buen uso de todo esto y ayudo a familias que este año están pasandolo realmente mal.
Y sin tirarme flores ni nada.. pero es como tú dices Armando no hay más que mirar a tu alrededor para echar una mano, el otro día en un foro leí a una chica que lo estaba pasando mal economicamente y que los pocos pañales que tenía los guardaba para la guarderia en su casa tenia a su hija con toallas uf! me faltó tiempo para enviarle un paquete por correos.

Unknown dijo...

Armando, muchas gracias por tu blog. Aún no soy padre pero encuentro en el blog un sitio donde aprender mucho (a modo de preparación,...), leer cuestiones interesantes y ver reflejadas mis actitudes ante algunas cuestiones.

Por ejemplo con respecto a este post, estoy completamente de acuerdo con tu planteamiento. En relación al primer comentario, creo que es obvio que las grandes empresas tienen un claro fin publicitario en todo esto. Si realmente tuvieran inquietudes solidarias donarían una parte de sus grandes beneficios sin decir nada y sin pedir la ayuda de nadie.

Armando, de nuevo gracias por el blog. Dedicar parte de tu tiempo a esto también es un acto de solidaridad.

Un saludo

Armandilio dijo...

Exacto Virginia, por ahí van los tiros...

Javier, me alegro de poner un granito de arena. También estoy contigo. La solidaridad debería salir de TODO el mundo, sin embargo las grandes empresas y las multinacionales hacen campañas de concienciación para que seamos los "pobres" los que sintamos la necesidad de ser solidarios (que ya está bien, pero estaría mejor si ellos no se excluyeran).

Dicho de otro modo. Qué sentido tiene que una multinacional que crea leche artificial haga una campaña tipo (por cada 4 que compres mandamos no se qué a los países pobres) si luego ellos son los primeros que tratan de vender sus productos allí o son los primeros que les explotan?

Anónimo dijo...

Entonces desde vuestro punto de vista, además de ayudar al prójimo más cercano (que ya lo hago) ¿cuál sería la forma más acertada de ayudar al tercer mundo? o ¿los dejamos como están? ¿apadrinamos? (que ya lo hago) ¿donamos contra el hambre? (que ya lo hago).. Quizás la respuesta sea que ese dinero "no se sabe donde va", lo siento, eso me suena a más excusa todavía... Ya se sabe de los intereses económicos y de publicidad de los grandes, pero creo que yo debo de aportar algo más, sin criticar a quien no lo hace, pero de eso a decir que no hace falta que enviemos juguetes porque no sabemos si les harán más mal que bien... entonces nosotros ¿nos lavamos las manos también?

Un saludo
Raquel

Armandilio dijo...

Ay Raquel, es que no lo sé. Ojalá tuviera respuestas a todo lo qaue preguntas.
Luchamos contra el hambre? Síii, pero ese dinero es para enviar alimentos o para dárselo a ellos? Porque si se envían alimentos, quién va a comprar a los que trabajan el campo en esa zona?
Suena fuerte, pero estos países son receptores de productos del 1r mundo, es decir, en sus tiendas venden cosas de europa... y no hay dios que regule esto porque claro, es beneficio para Europa.

No sé, Raquel. Ojalá tuviera las respuestas y supiera cuál es la mejor manera de intervenir en beneficio de los países pobres y de sus necesidades reales.

Sahara dijo...

Estoy de acuerdo con el concepto mas general, el de no querer extrapolar lo que en nuestra sociedad nos parecen necesidades que crean la felicidad con lo que es la felicidad para todo el mundo, o en nuestra forma de vida como el objetivo para todas las comunidades. Y hay muchas preguntas que siguen a ese planteamiento sobre si hacemos bien o no con programas de "ayuda" como los que estan establecidos... Pero siempre me chirria la frase "los ninyos de Africa ya son felices con lo que tienen" Yo he vivido en Africa y he visto mucho miseria, mucha pobreza, mucha infelicidad y mucha tristeza en las caras de los ninyos. Te aseguro que si que serian mas felices con agua potable a una distancia decente, con electricidad, con ropa y con sus necesidades basicas cubiertas. La playstation la dejamos en duda, pero no dudes que aunque sonrian su mirada es en general muy triste.

lobo dijo...

Hola Armandilio.

Creo que no te falta razón en lo que dices.

Dice un refrán o dicho "No me des peces. Enséñame a pescar." El envío de alimentos de primera necesidad así como el resto de cosas que en nuestro mundo nos sobran, está muy bien, pero es una ayuda a muy corto plazo. Vamos un "pan para hoy y hambre para mañana". Si no les ayudamos a ser autosuficientes, nunca saldrán del pozo donde están.

En cuanto a si un niño es feliz o no con muchos o pocos juguetes, creo que simplemente tenemos que mirar a nuestra infancia y compararla con la que tienen los niños de hoy en día. Yo no tenía ni la décima parte de juguetes o "cachivaches varios" que tiene un niño hoy y sinceramente no creo que fuera más infeliz que ellos. Todo niño posee uno de los juguetes más eficientes que existen, su imaginación, y lo bueno es que viene de serie.

Un saludo

Anónimo dijo...

A mi estas campañas me sacan de mis casillas, igual que la que se han sacado de la manga de enviar zapatos usados a África.

No sé, es todo en plan "vamos a reciclar de una forma más barata", todas las sobras que tenemos en casa, por no llamarlo basura directamente, lo mandamos a los pobres y nuestra conciencia y la de las tiendas que hacen esto, se quedan limpias.

¿Lo mejor? Pues no lo sé, pero lo mismo, consumir menos y darle, en todo caso dinero y que lo usen ellos en lo que quieran, lo mismo les viene mejor un pozo de agua potable o un kilo de arroz, que no el avión del perrito piloto de turno que ya nuestro hijo no lo quiere.

Felicidades por el blog Armando.

Bebs