5 may 2009
El secreto de ser padre
La siguiente historia la explicó una mamá en un foro hace unos días (lo explico de memoria):
“Hace unos días nació mi hija. Fue mediante cesárea y ello hizo que estuviéramos separadas algo más de una hora. Durante ese tiempo estuvo todo el rato en los brazos de papá, que me la entregó cuando llegué.
Entró la comadrona y me dijo:
- ¿Cómo estás?
- Bien – le dije, intentando que pareciera que tenía controlada la situación (la procesión iba por dentro).
- De acuerdo, pues ahora tu pequeña estará contigo – me abrió la camisa dejándome el pecho descubierto, me la puso en contacto piel con piel y me dijo: ahora seguramente llorará un ratito. Es normal, te va a contar lo que le ha pasado.”
Esta preciosa historia me conmovió por dos cosas. Primero por la dulzura de la comadrona y segundo por ponerle nombre a las emociones y al llanto de una niña recién nacida.
Parece mentira pero es cierto, los niños recién nacidos sienten, sufren, se estresan, es entristecen, se… es decir, tienen sentimientos. La diferencia obvia con nosotros es que no los entienden, no los saben expresar ni saben qué hacer con sus malestares.
El momento de nacer es muy traumático para los bebés. Pasan de un estado de oscuridad, de ruidos amortiguados, de temperatura perfecta, de mecimiento continuo a un entorno frío, altamente iluminado, de excesivos ruidos y de muchos cambios.
Todos sabemos y muchos sufrimos ansiedad ante determinados cambios (una mudanza, un cambio de trabajo, una ruptura,…), pues bien, nacer es un CAMBIO, así, con mayúsculas y con negrita. Es un cambio de trabajo, de vivienda, de país y de vida, todo junto y en una persona a la que ni siquiera han avisado ni entiende de qué va.
Hay niños que lloran durante varios días a la misma hora en que nacieron. Quizás sea casualidad. Yo prefiero pensar que de verdad han sufrido una experiencia que les atormenta y de esta manera puedo acercarme emocionalmente a ellos y entender su aflicción y muchos de sus llantos.
Me molesta en sobremanera cuando ante un bebé llorando gran cantidad de comentarios adultos se dirigen hacia dos únicas direcciones: el marraneo o la tomadura de pelo.
Los adultos necesitamos cariño, necesitamos seguridad emocional (que conseguimos con un vínculo formal llamado matrimonio o pareja) y solicitamos apoyo en momentos de inquietud, ansiedad o necesidad. Muchas veces ni siquiera pedimos una solución sino que nos contentamos con un hombro en el que apoyarnos o con alguien que sepa escuchar y nos entienda. Y cuando buscamos ese cariño, ese apoyo y esa seguridad emocional, no estamos tomando el pelo, ni siquiera estamos marraneando. De hecho, estos son los momentos en que más sinceros somos, pues pedimos las cosas desde el corazón.
Bien, pues este es el secreto. El secreto de la paternidad es la empatía, la capacidad de ponernos en el lugar de otras personas para entenderles y si es tu hijo, además, intentar sentir lo que siente.
Para vivir una paternidad consciente, para poder actuar de corazón, para poder hacer caso a tus verdaderos instintos debes ponerte a su nivel. Tú eres el adulto y tú eres el que tiene capacidad racional y experiencia en la vida. Tú debes adaptarte a él y no al revés.
El bebé acaba de llegar. No entiende nada y parece que todo le molesta. En vez de quedarte en el “mira, que listo, sólo quiere brazos”, ¿no sería mejor que intentaras llegar más allá y te preguntaras “por qué sólo quiere brazos” y te pusieras en su lugar? Si acabaras de nacer y sólo tuvieras a tus padres, ¿no querrías estar con ellos a todas horas?
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7 comentarios:
Por eso Julia tiene todos los brazos que quiere.
Totalmente de acuerdo contigo. Para variar :)
Qué gran sensibilidad. Además, añado una cosa a ésto, el hecho de ver el llanto de un niño desde esa perspectiva hace que lo percibas todo de un modo más sencillo, ya que simplemente ves en el llanto de tu hijo una llamada de ternura en vez de un ruido molesto... ¿no crees? así que, si tu hijo quiere tenerte ¿qué mejor que ofrecerte cuanto y cuando él lo pida?
Qué bonito este post y cuánta sabiduría. A mí me encantan los recién nacidos aunque reconozco que de los propios se disfruta poco por el cansancio que supone cubrir sus necesidades. Y tal como comentas el cambio de estar en el interior del útero a salir fuera debe ser el cambio más grande que sufrimos en nuestra vida. Al nacer seguro que lo que en todo momento queremos es estar con la persona a la que más conocemos: nuestra madre. Lo de no coger a los bebés y dejarlos llorar siempre me ha parecido una atrocidad, pero muchísima gente se lo plantea...¿estaremos perdiendo los humanos el instinto?
Saludos, me gusta tu blog.
Ainsss!! Que me he emocionado!! Me he acordado del momento de mi parto y las horas despues, recuerdo como nos estuvimos mirando durante horas, los dos solos cogidos de la manita y meciéndole, lo que daría por volver a revivirlo!! Tb recuerdo cuando lo conté a la familia al día siguiente y mi suegra me dijo q no lo meciera pq se acostumbraba, pero por diosss!!! qué falta de sensibilidad y de empatía!! Menos mal q nunca he hecho caso a nadie y lo he cogido, mimado y arropado siempre que hemos querido, para mi una de las necesidades básicas del recién nacido es el cariño y los abrazos, igual de importante que el comer.
Besos
Amalia, no sé si el instinto o la humanidad... pero algo sí nos hemos dejado por el camino.
Madre reciente... los brazos que tiene y los que le quedan, por suerte para toda vuestra maravillosa familia ;)
Eso mismo que has contado me pasó a mí con mi primera hija y en el momento, aturdida por el parto con ventosa, pues no le dí la importancia que se merece....el calor, los latidos del corazón, el olor de mamá, el bibi natural, la voz susurrando ¡hola mi amor! tan conocida por el bebé....¡increible y maravilloso!...aysss, que me animaría a por un tercero, pero con dos hoy, ya tenemos familia numerosa. Lindo Post.
que suerte haber disfrutado de una matrona tan humana despues de una separacion tras cesarea...deberia haber mas profesionales asi.
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