9 ene 2009

Papá y mamá: "¡oh, que bonito!"



Ya se han acabado las Navidades y llega el momento de hacer balance (para el que quiera) sobre lo acontecido en ellas.

Por mi parte quiero comentar dos cosas. La primera es que puedo asegurar que mi hijo ha recibido más juguetes de los que su mente y espacio vital pueden gestionar a tenor de lo abandonados que están algunos de ellos y para la segunda quiero relatar una reflexión (totalmente personal y transferible) con respecto al recibimiento y apertura de regalos que he hecho estas fiestas.

Se me puso la mosca tras la oreja el día 25 y el día 6 lo corroboré. En el momento de abrir los regalos de mi hijo Jon, de casi tres años de edad, me sorprendí a mi mismo con un: “¡oh, qué bonito!” en el primer regalo que abrí (Jon me los da a mí para que se los abra).

Acto seguido le mostré el regalo a Jon y le dije: “¿has visto qué chulo?”, a lo que él me respondió “¡qué chulo!”. Abrió el regalo, le dio tres o cuatro vueltas y me lo devolvió. Ahí mi mente hizo click. La comunicación no verbal de mi hijo no casaba con la verbal y con su acto de devolución me demostró su auténtico sentir.

Me había dicho "qué chulo" simple y llanamente porque yo le había dicho que me parecía chulo, no porque él lo pensara realmente.

Seguimos abriendo regalos y decidí contemplar la escena sin más. Cada vez que yo abría uno mis padres, mis hermanos y/o mi mujer exclamaban un “¡ohhh, qué bonito!”, “y mira, se abre por aquí y hay más”, “¡¡ohhhh, y puedes hacer esto y esto otro!!” todo ello con voz teatral y desbordado entusiasmo.

Jon respondía a todo ello con una sonrisa prejuicio (antes del juicio), es decir, antes de saber si le producía felicidad, de la misma manera que a mí me había dicho “qué chulo” sin tener claro todavía si le gustaba o siquiera qué era lo que le tenía que gustar.

Entonces pensé ¿por qué hacemos esto? Con cada “qué chulo” o con cada “¡oh, qué bonito!” ¿no estamos intentando traspasar a nuestros hijos nuestro comportamiento a menudo hipócrita ante las personas que nos regalan cosas?

Expresar nuestro agrado con los regalos que nos gustan es lógico, pero anticiparnos a la opinión de los niños y magnificarlo de manera exagerada para tratar de que ellos piensen igual o cuanto menos expresen lo mismo, pese a que puedan no pensar igual, ¿no es eso un modo de enseñarles a mentir? ¿No es, además, una manera de ensalzar hasta el infinito y más allá los objetos materiales e inanimados que acuden a nuestras vidas? ¿No es eso educar en cierto modo en el consumismo?

Los niños nos imitan en muchísimas cosas y yo (personalmente) prefiero, a partir de hoy, esperar a que mi hijo juzgue si algo le gusta o no y limitarme a decir: “mira Jon, para ti” y “gracias por el regalo".

De esta manera no intervengo en la opinión de mi hijo y muestro mi gratitud con la persona que regala, así mi hijo aprenderá a agradecer los regalos sin la necesidad de mentir (o eso creo). Pienso que es mejor un “gracias, pero no me gusta” que un “gracias, me encanta” (pero no me gusta).

¿Que decís? ¿Lo veis igual que yo o me estaré volviendo paranoico?

Por cierto, ayer me trajeron a casa un paquete que había pedido (tinta para la impresora). Jon lo vio y debió de pensar que era un regalo pues quiso que lo abriéramos enseguida. No lo había hecho nunca con ningún paquete, pero es normal, el día 6 aprendió a valorar desmesuradamente todo lo que viene oculto en papel, nosotros, los adultos, le enseñamos a hacerlo.

Ilustración: Yo mismo, que me he comprado una tableta digital xD
Fuente: Bebés y más

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Armando! Pues yo no lo veo igual que tu... a mi me encanta hacer esas expresiones de emoción y me encanta q mi hijo las haga, mientras escribo el comentario ha venido mi hijo con una cajita para que se la abra y al abrirsela ha abierto mucho la boca como de emoción y eso lo ha aprendido de mi, para lo peque que es (19 meses) expresa mucho la emoción con todas las cosas, no solo con regalos. Yo no creo q eso sea mentir, pienso q es mostrar entusiasmo por las cosas.
Mi hijo debe ser la excepción jeje, ya q se junto con un monton de juguetes, entre ellos 3 coches teledirigidos(le he guardado 2 para mas adelante) y si te digo la verdad ha jugado con todos y cada uno de ellos!! Yo tb alucino pero es asi, le encanta jugar y el juguete estrella han sido unos cubos apilables y unos imanes para la nevera q se lleva a todos los sitios.

Un saludo

Marta Kosters dijo...

Me has disparado.

Te apoyo.

Anónimo dijo...

Pues yo pienso que en una cosa sí que tienes razón, una cosa es ensenyarles a agradecer un regalo, esto lo tenemos que hacer, aunque generalmente es una cosa que les sale de dentro, al menos a mis hijos.
Y la otra es anticiparnos nosotros a la utilidad del regalo, casi siempre por las prisas. Los días de Navidad acumulan tantos regalos que los mayores solemos tener prisa para que los abran todos y a medida que se van abriendo les decimos lo que es y para que sirve... En lugar de dar tiempo al descubrimiento y al agradecimiento, emoción y sorpresa de cada uno de los regalos, los suyos y los nuestros.

Desi dijo...

No te estás volviendo paranóico, querido; y tu reflexión me parece de lo más interesante.

Al hilo de lo que comenta Vanesa, quiero comentar que yo también considero, como dice Armando, que todas esas expresiones las hacemos los adultos sin pensar en si realmente ese regalo le va a gustar o no a nuestro hijo. Entonces no dejamos espacio para su propia opinión.

Sí, lo propio sería, decirles, pues eso un simple (que de simple tiene poco) "para ti, hijo"; o, una vez abierto el regalo, preguntarle "¿qué te parece?

Lo malo es que llevamos taaaaaaaaanto tiempo con el "ooooh, qué bonito" (yo no soy ninguna excepción, también lo he hecho estas navidades con mi hija de dos años), que salir de eso supone tener que estar alerta constantemente. Y entonces, se me ocurre que quizás, de estar tan tan tan alerta, a veces perdemos espontaneidad, no?