11 mar 2009

Un cachete a tiempo


Hoy papá me ha pegado...

Tengo dos años y me llamo Iker. Hoy he descubierto un interruptor mágico. Creo que lo había visto antes, pero nunca me había preguntado para qué serviría.

He pasado a su lado y de repente he notado como una necesidad imperiosa de conocerlo, de tocarlo y de ver qué pasaría si lo hacía. Quiero saber, ¡necesito saber!
Papá y mamá están todo el día tocando cosas a las que yo no llego o que no conozco. Hoy he querido tocar el interruptor.

Y lo he hecho.

Papá estaba viendo la televisión y a la tercera vez me he dicho que estuviera quieto, que lo dejara, pero yo necesitaba acabar de entender cómo era posible que tocando un plástico irregular de una u otra manera nos ilumináramos completamente o volviéramos a la oscuridad.

Lo he vuelto a tocar y me ha pedido de nuevo que lo dejara.

Pero me gusta, es divertido, es curioso. Quiero aprender de él. Nunca había tenido un juguete tan poderoso.

Papá se ha levantado deprisa, enérgico. Me he detenido y le he sondeado con la mirada, se ha acercado rápido, me ha agarrado la mano con un brazo y me ha pegado en el culo.

He notado mi cuerpo moverse en dirección al golpe. No me ha gustado verle así, no me ha gustado sentirme así.

"Venga, ¡vete a jugar a otra cosa!" me ha dicho empujándome del brazo fuera del salón.

Lo he hecho, no quiero que me pegue otra vez.

Pero me gusta ese interruptor. Otro día, cuando no esté él, jugaré con él.

Cada vez que papá me pega se hace más grande. Cada vez que me pega, yo soy más pequeño.

6 comentarios:

Unknown dijo...

Ayayay... que me ha dolido a mi tambien eh!
La frase del final por poco me pone a llorar Armando, pero te ENTIENDO, lo explicaste tan clarito y casi me puse en lugar de Iker y te pude ver sentado en el sillón... lo más seguro es que lo vuelva a hacer y ni hablar... hay que estar pendiente de ello!

El Mundo de Ariadna dijo...

Que dificil es... muchos hemos crecido educados asi, un azotito no hace daño, y demas... hoy mi niña de 14 meses casi mete el dedo en un enchufe, asustada la he agarrado y apartado con brusquedad, diciendo NO!!, y aunque no la he dado un azote yo creo que para ella mi brusquedad ha sido similar... que trabajo!!

Anónimo dijo...

Yo crecí a palos, me prometí a mí misma que nunca le pondría la mano encima a un hijo mío. Una tarde, perdí los nervios con mi hijo de dos años y medio. Con la llegada de su hermanita se hacía pipí encima constantemente, yo estaba enferma y sola todo el día con los dos. NO me estoy excusando. Me levanté y fui hacia él con rapidez, le di dos buenos azotes en el culo, él avanzó por el pasillo y yo me fui detrás para gritarle. Entonces giró la cabeza y me miró. Allí estaba yo, en sus ojos. Una madre es(debería ser) como un puerto del que no sabes si estás partiendo o arribando.Alguien de quien por mucho te alejes, siempre está ahí, un lugar al que siempre regresas sin saber por dónde has llegado. Una madre es paz en el alma. Es seguridad ante el miedo. Es medicina de la que cura. La persona que debe mantenerte libre de miedos y prejuicios. Un puntal inamovible. En una mirada entre hijo y madre puede haber cualquier sentimiento en un momento dado. Pero hay uno que no cabe: La desconfianza. Y en los ojos de mi hijo vi lo que estaba sintiendo. Sintió miedo de mi cercanía, sintió miedo de mí. Cada vez que me acuerdo me pongo a llorar y tengo que abrazarle y decirle que le quiero. Hay muchas promesas que en la vida dejamos por cumplir. Pero yo me hice una que ya nunca romperé.

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho tu articulo. Y eso son solo las consecuencias inmediatas, a la larga son peor. Yo de pequeñita pensaba "por qué Franco era tan malo. Solo fue un governador un poco mas severo". Tantos azotes me habían hecho caer en la cuenta de que hay personas que merecen ser pegados.
Hoy, con 19 años, estoy convencida de que no pegaré cuando tenga un hijo. Lastima que la gente no recapacite....

Unknown dijo...

Tengo los ojos llenos de lágrimas, y venía a decirte, Armandilio, que es precioso lo que has puesto, precioso porque otro gallo cantaría si SIEMPRE nos pusiésemos en el lugar de los niños. Cuando era niña y mi madre me hacía algo que no me gustaba, pensaba: cuando sea madre, a mis hijos no les voy a hacer esto...y cuando somos adultos se nos olvida.

El primero de los anónimos ya ha hecho que rompa a llorar...puedo sentir lo que tú sentiste al faltar a tu palabra. Y lo que dices...es absolutamente divino. Ser madre es maravilloso, y comprender a un hijo y saber ponerse en su lugar, imprescindible para crecer los dos.

Voy a por un pañuelo, que empiezo a moquear de tanta lágrima

Anónimo dijo...

Muchas veces debe pasar esto para que nos demos cuenta de que para no repetirlo hay que hacer un enorme trabajo interior de autoconocimiento. El resorte salta, es una reaccion que nos han inculcado generaciones y generaciones, y salta, en un momento de desbordamiento, a pesar de la teoría y las ideas. Entonces es cuando podemos reconocer porque hemos actuado asi y de verdad, no repetirlo. Al final se logra eliminarlo de nosotros, hasta que no es ni necesario controlarlo, simplemente, no sale.